Defendiendo los bosques

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Los bosques y las personas están interconectadas, y esto ha sido así desde tiempos que no se tiene memoria. Siempre, tanto el árbol como el hombre, han tenido una especial relación basada en la supervivencia. Era una delicada cadena de existencia que antes el ser humano trataba con respecto y aprecio. Pero los seres humanos empezaron a trastornar este equilibrio. Empezaron a ver el bosque no como parte de ellos sino como algo a ser conquistado. Usaron los bosques, que aparentaban sin límites, cortando millones de árboles. Pero ahora nos estamos dando cuenta que los bosques sí tienen límites y que ya es tiempo de regresar al anterior equilibrio.

Todos los organismos vivientes dependen de los bosques. En un viejo árbol del bosque pueden encontrarse hasta 1500 invertebrados viviendo en él. Algunas de estas especies pueden ser claves para el esclarecimiento científico. Cada planta y cada animal es único y muchos de estos animales dependen enteramente de los bosques.

En los bosques se producen intercambios de materia y energía con el medio. Gracias a ello, estos ecosistemas utilizan la energía del sol y el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera para producir madera. Los bosques desempeñan además importantes funciones ecológicas como la regularización del equilibrio hídrico y del clima y la prevención contra la erosión del suelo. Por otro lado, protegen la biodiversidad, proporcionan madera, leña, retienen el carbono y frenan el cambio climático, generan empleo y son un lugar de esparcimiento y ocio para la población de las ciudades, cada vez más alejada de la naturaleza.

De los bosques no solo obtenemos una serie de bienes y servicios indispensables para nuestra supervivencia como: alimentos vegetales y animales, maderas, medicamentos y muchos productos más. Los bosques juegan un papel fundamental en la regulación climática, el mantenimiento de las fuentes y caudales de agua y la conservación de los suelos. Por ello, las selvas y demás bosques son posiblemente el patrimonio natural más importante pero también el más amenazado y depredado por la mano del hombre.

Cuando se elimina un bosque y el terreno es destinado, por ejemplo, a la explotación agrícola o ganadera, disminuye en gran medida la capacidad de la superficie terrestre para controlar su propio clima y composición química.

Una de las mayores amenazas para la vida del hombre en la Tierra es la deforestación. Desnudar el planeta de sus bosques y de otros ecosistemas como de su suelo, tiene un efecto similar al de quemar la piel de un ser humano. Los bosques ayudan a mantener el equilibrio ecológico y la biodiversidad, limitan la erosión en las cuencas hidrográficas e influyen en las variaciones del tiempo y en el clima. Asimismo, abastecen a las comunidades rurales de diversos productos, como la madera, alimentos, combustible, forrajes, fibras o fertilizantes orgánicos.
La deforestación no es un proceso reciente en Argentina. Desde hace tiempo nuestros ecosistemas forestales comenzaron a recibir la presión humana debido a la extracción de madera para distintos usos. Esta tendencia se ha profundizado en los últimos años debido al avance de la frontera agrícola.

Al mismo tiempo, los argentinos comenzamos a percibir que éste es un problema grave.

Sin los bosques, tendríamos mucho menos oxígeno disponible. Esto es debido a que los árboles (y todas las plantas verdes) usan un proceso llamado fotosíntesis, durante el cual toman dióxido de carbono y, como un sub-producto, liberan oxígeno. Las plantas respiran dióxido de carbono, como los seres humanos respiramos oxígeno. Ha habido un equilibrio entre especies que eliminan dióxido de carbono y toman oxígeno, y especies que toman dióxido de carbono y exhalan oxígeno. Este equilibrio ha estado siendo trastornado desde el siglo XIX. Los combustibles fósiles, como el petróleo, producen dióxido de carbono cuando son quemados por lo que el nivel del dióxido ha estado aumentando dramáticamente desde entonces. Desgraciadamente, este gas, en grandes cantidades, actúa como un aislante y mantiene el calor cerca de la superficie de la Tierra; esto es lo se conoce como Efecto Invernadero.

La protección de los bosques no significa únicamente salvar muchos árboles; es preservar un proceso vital que se inició hace millones de años.

Cristian Frers

Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social.