Ser bombero es más que sirenas y unidades desplegándose por avenidas, que pitones penetrando un humo provocador, que herramientas abriendo paso en autos retorcidos, o que un “firme” en la fila, satisfecho por sentirse partícipe del trabajo realizado.
Para ellos es un deber, una responsabilidad y una tremenda satisfacción.
Tienen los conocimientos, las herramientas y la experiencia que nadie tiene y deben aplicarla en favor de la comunidad.
Ante una emergencia son útiles, y la presencia de cada uno de ellos siempre vale más que su ausencia, en el cuartel no existe eso de que “vaya el otro”, todos son uno, y a la hora de la sirena solo estar para entender ese escalofrió que se siente y salir corriendo y no saber con qué encontrarse.
Solo ellos lo saben, porque esa pasión de entrega no la tiene cualquiera, quizás algún día podamos entender realmente lo bendecido que es ese trabajo.
Ellos acuden con pasión, sin obligación ya que son voluntarios, y les aseguro que comparten las penas, impotencia de un trabajo con errores, en su labor diaria esta nuestra tranquilidad. De alguna manera debemos retribuirla, nunca sabemos cuándo los estaremos necesitando.
Por ese orgullo, por esa entrega, por ese compromiso hacia la comunidad, nuestro respeto, admiración y cariño a todos estos servidores.