El universo Hipster está de luto

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Aunque todavía falte mucho para que la era de los hipsters llegue a su fin, quizá no podamos decir lo mismo de Amercian Apparel, la marca de ropa más representativa de esta tendencia y una de las más polémicas del mundo entero, que luego de varios años de malas ventas, y con una deuda que asciende los 300 millones de dólares, se vio obligado a declararse en bancarrota, y a ingresar en un concurso de acreedores.

Cuando hablamos de American Apparel, hablamos hipsters, de sexo, de controversia, de Sasha Gay y Faye Reagan (ambas actrices porno), de Woody Allen saliendo en un anuncio, de las campañas vetadas en el Reino Unido, de maniquíes con vello púbico, y por supuesto, de la mente detrás de todo, Ryan Holiday, ex Director de Marketing de la empresa, quien ha sacado recientemente un libro titulado “Trust Me, I’m Lying: the tactics and confessions of a media manipulator” («Confía en mí, estoy mintiendo: las tácticas y confesiones de un manipulador de los medios»), en donde se vanagloréa de sus logros.

Aun así, nada de eso pudo evitar la bancarrota. Por el contrario, las campañas hipersexualizadas de Holiday, aunque exitosas en un principio (en el año 2009, las ventas on-line aumentaron entre un 40 y un 60 por ciento), terminaron por construir una imagen negativa de la marca, haciendo que en los últimos años, las ventas, tanto on-line como off-line, cayeran un 16%, de manera consecutiva.

Sin embargo, no hay que achacarle toda la responsabilidad a este joven publicista de tan solo 28 años. Si hay alguien que debería aparecer en las listas negras de los fanáticos de esta marca, ese es DovCharney, el propio fundador de American Appareal. A pesar de haber sido reconocido, en el año 2009, como una de las personas más influyentes del planteta, Carney no consiguió evitar que un sinfín de demandas de acoso sexual, llegaran a su escritorio.

Según se cuenta, el CEO de la compañía se comportaba como una especie de Leonardo DiCaprio en “El Lobo de Wall Street”. Caminaba desnudo por la oficina, organizaba concursos de camisetas mojadas, y hasta obligaba a sus empleadas a que les practicaran felaciones. Incluso una ex encargada de una de sus tiendas, lo llevó a juicio acusándolo de haberla obligado a ser su “esclava sexual” en su apartamento.

En junio de 2014 la situación tocó fondo y tras una investigación interna de la compañía sobre su conducta sexual, la mayoría del Consejo de Administración acordó sustituirlo por tres hombres y una mujer, Paula Schneider.

Ahora lo que queda es recaudar la imperiosa suma de, por lo menos, 95 millones de dólares, para comenzar a pagar sus deudas, y salvar el universo hipster.