Energía convencional y sustentable

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El avance histórico de la civilización nos impone el uso de nuevas energías como todo un desafío de cambio y adaptación. La energía es fundamental para el desarrollo de un país y de su población.

Se la utiliza para hacer funcionar máquinas, herramienta y servicios.  Es además un bien de consumo final, que se utiliza para la satisfacción humana; hoy en día es inimaginable la vida sin provisión de energía.: iluminación, calefacción, refrigeración, cocción de alimentos, transporte, comunicación, cada pequeña parte de nuestro mundo cotidiano esta ligado a la energía: la tecnología controla nuestra sociedad y utiliza como combustible y materia prima para sus producciones principalmente el petróleo.

Éste  no sólo es combustible para los motores energéticos;  de él se extraen muchos subproductos y derivados, tal como lubricantes, productos  plásticos, materiales compuestos o sintéticos, siendo además la base de multitud de productos químicos y farmacéuticos. Gracias a la versatilidad de esta materia prima, la tecnología logró desarrollarse ampliamente en la rama petrolífera, obteniendo innumerables avances y adaptándose  a este recurso limitado.

El petróleo es un recurso no renovable. Se necesitan millones de años para que se vuelva a generar naturalmente. Una de las alternativas   y  de sus derivados es el uso  de energías alternativas.

Una fuente de energía renovable es aquella que puede suplir a las fuentes energéticas actuales, ya sea por su menor efecto contaminante o fundamentalmente por su posibilidad de renovación.

El concepto de crisis energética aparece cuando las fuentes de energía donde se abastece se agotan. Un modelo económico como el actual, cuyo funcionamiento depende de su continuo crecimiento, exige también una demanda creciente de energía. Puesto que  las fuentes de energía fósil y nuclear son finitas, es inevitable que en un determinado momento la demanda no pueda ser abastecida y todo el sistema colapse, salvo que se descubran y desarrollen otros nuevos métodos para obtener energía, por ejemplo  la energía renovable del sol, del viento, los ríos, los mares y océanos y hasta de la basura que tiramos.

Actualmente, la matriz energética en el país se asienta en un 80% en combustibles fósiles, con una pequeña participación de la hidroeléctrica y la nuclear.

Argentina cerrará el año 2011 con un déficit en la balanza comercial energética. La combinación del estancamiento en las exportaciones de petróleo crudo y el acelerado crecimiento de las importaciones de gasoil y de las compras externas de gas revirtieron el tradicional autoabastecimiento energético. Las caídas en las reservas y la producción del crudo -durante la última década- son el marco general del cambio de escenario.

Un caso interesante para ver como se  degradó su condición energética es el  gas natural,  columna vertebral del sistema. El país firmó hasta el año 2004 contratos de exportación de gas natural por veintisiete millones de m.3 por día, que representan un saldo exportable de un 25% del mercado total. En el mismo año, las exportaciones son apenas del 1% de lo comprometido, mientras las importaciones ascienden a veintiséis  millones de m 3  por día, con tendencia creciente. Las importaciones incluyen cantidades crecientes de gasoil y fuel-oil para la generación eléctrica.

 Tenemos un enorme potencial en nuestras provincias de muchas  energías renovables: eólica en la Patagonia y el sur de la Provincia de Buenos Aires; solar en el Noroeste; geotérmica a lo largo de la Cordillera de los Andes; biodiésel de primera generación, utilizando soja como materia prima, en la Pampa Húmeda; biodiésel de segunda generación, en base a cultivos no combustibles como la jatrofa, en la Pampa Seca: etanol de azúcar en el Norte y biomasa en la Mesopotamia.

La energía eólica no genera polución; puede convivir con otras actividades pues es un mecanismo de desarrollo limpio, que reduce emisiones de gases de efecto invernadero. La actividad eólica tiene múltiples ventajas y pocos inconvenientes; el más serio es la distancia de los centros de generación respecto de los centros urbanos y de consumo. Por este motivo, el aprovechamiento integral de la energía del viento requiere grandes inversiones en la infraestructura  para volverlas competitivas frente a la energía convencional.

Se debe potenciar el uso de las energías renovables pues en los próximos cincuenta años, los mejores recursos petrolíferos y de gas natural estarán casi totalmente agotados, encareciendo y agravando la crisis energética y ambiental. Las energías alternativas, hasta  el siglo XIX  cubrieron la casi totalidad de las necesidades  del hombre. Sólo en los últimos cien años fueron superadas, primero por el empleo del carbón; a partir de 1950 por el petróleo y, en menor medida, por el gas natural; la energía nuclear cubre una parte insignificante del consumo mundial y,  pese a  algunas previsiones optimistas, su papel será siempre marginal.

La discusión entre energía alternativa o energía convencional no es una mera clasificación de las fuentes de energía;  representa un cambio que necesariamente tendrá que producirse durante este siglo. Las energías alternativas, aun siendo renovables, también son finitas, y como cualquier otro recurso natural tendrán un límite máximo de explotación. Por lo tanto, incluso aunque podamos realizar la transición a estas nuevas energías de forma suave y gradual, tampoco  permitirán continuar con el modelo económico actual, basado en el crecimiento perpetuo.

Estas energías en determinado momento  deberán ser modificadas; se está trabajando e investigando sobre ellas para la obtención de óptimos resultados. Deberán cumplir con  nuestras necesidades y   suplir la infinidad de productos que nos brinda el petróleo, de los cuales no es inimaginable desligarnos.

El problema del agotamiento de la energía no reside en el desarrollo de nuevas fuentes de energía, para  poder continuar con nuestro modo de vida destructivo y consumista. La mejor respuesta es un mejor desarrollo  que nos lleve hacia el abastecimiento. Debemos aprender a trabajar con nuestros vecinos en el desarrollo de alternativas sostenibles. Puede que  descubramos en el camino que nos  perdimos una calidad de vida mejor y más sana  y podamos llenar el vacío que  intentamos colmar con el consumismo explosivo.

Cristian Frers

Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social