La problemática ambiental y los ambientalistas

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Durante el siglo pasado la Argentina, un país de tradición agropecuaria, vivió un proceso de creciente industrialización y concentración de su población en ciudades. Pero los problemas asociados con el crecimiento de estas urbes en varios miles de habitantes, no suele tenerse en cuenta. Nuestras ciudades han funcionado como aspiradoras de materia y energía: Al principio agotaron los ecosistemas cercanos y más tarde, se lanzaron a extraer los recursos de los más alejados. Este proceso sin control ha dejado más de una región ecológica a punto de extinguirse.

Es indudable que los principales problemas ambientales-urbanos que afectan a la población argentina, como a la mayoría de la población urbana mundial, son: la falta de sistemas de agua potable que abastezcan con un volumen suficiente y una calidad aceptable a toda la población; la inadecuada provisión de cloacas y sistemas de evacuación de excretas; la dificultad para resolver la recolección y disposición de los residuos sólidos domiciliarios y los efluentes industriales; la contaminación del atmosférica; la contaminación sonora; la contaminación de los cursos de agua que atraviesan las ciudades y la consiguiente contaminación e inutilización de los acuíferos subterráneos; la escasez de espacios verdes; la escasa accesibilidad, producto de la congestión en los centros urbanos y las bajas densidades en la periferia de los mismos, y de la organización del sistema de transporte; el alto grado de hacinamiento y precariedad habitacional.
La pregunta del millón es saber si son compatibles un ambiente finito con unas necesidades humanas que se plantean como ilimitadas. La conclusión nos llevaría a aceptar que es posible definir que el mundo y todo lo que en él existe, es finito, no así las necesidades humanas, ya que sobre el umbral de satisfacción de las necesidades básicas se pasa a hablar de deseos, los que sí son infinitos.

Cuando tratamos temas ambientales, muchas veces se comete el error de verlos de manera fraccionada o hastasecundaria. Se insiste con la imagen de los ambientalistas como críticos de toda tecnología que llevarán a todos a la pobreza. Pero en realidad, los ambientalistas examinan las consecuencias de las tecnologías, y apuesta a aquellas que mejoran la calidad del ambiente y la salud.

Es común escuchar opiniones contrarias a la acción de los ambientalistas, a los cuales se califica de soñadores en contra del progreso, antitecnológicos e insensibles a las demandas sociales. En algunos lugares se muestra una disconformidad frente a las advertencias de los ambientalistas. Ese tipo de generalizaciones pone a todos los profesionales que se dedican al tema ambiental en una misma bolsa y se nutre de un imaginario en el cual se presenta a las personas interesadas en los temas ambientales como seres irracionales que se opone a todo y no se da cuenta de las urgencias sociales que existen en el planeta tierra. Muchas personas podrían terminar cediendo o aceptando que los ambientalistas son retrógrados e inútiles, y que el mundo estaría mejor sin ellos.

Sin embargo, habría que preguntarse si las advertencias ambientales han empeorado o mejorado las condiciones de vida. En realidad, si se observa con detenimiento los cambios provocados por los ambientalistas en los últimos años, es evidente que esos actores sociales están lejos de combatir todas las tecnologías o de ser insensible a las realidades sociales.

Se postula como ejemplo sus advertencias a los transgénicos y la energía nuclear. Sin embargo, muchas de losreclamos ambientales se centran en mejorar la tecnología para con ese fin asegurar la calidad ambiental y la salud humana. Un ejemplo rotuno de esa actitud es la lucha por lograr que se elimine el plomo de los combustibles, un aditivo con probados efectos negativos en la salud humana.

La presión de los ambientalistas logró el apoyo de profesionales de la medicina, y con el paso de los años desembocó en eliminar ese aditivo de los combustibles para automóviles. Esa eliminación no desembocó en el colapso de ninguna industria, ni miles de personas perdieron sus puestos de trabajo. La única caída fue justamente de los niveles de plomo en la sangre de los niños.

Otro de los temas es el de los refrigeradores que los ambientalistas se basan en las campañas que promueven el cambio de los gases de enfriamiento. Es sabido que los gases usados en los modelos convencionales tienen un efecto muy negativo en la capa de ozono, la que protege de la radiación ultravioleta. Las demandas por abandonar los viejos gases refrigerantes tuvieron la oposición de los defensores del progreso convencional, de la industria de los electrodomésticos y hasta de sindicatos. Pero finalmente triunfó una nueva tecnología que aprovecha gases que no dañan la capa de ozono. Esa reconversión está en marcha en muchos países, y es evidente que no se han dejado de fabricar refrigeradores.
Otro de los argumentos contra los ambientalistas es que solo se preocupan por el ambiente, y no les importa las fuentes de ingreso que la gente necesita. En ese terreno también hay ejemplos donde un manejo correcto del ambiente en realidad genera más ingresos a las comunidades locales.

Por último, es importante resaltar que la protección del ambiente por la que luchan los ambientalistas redunda en protección de la sociedad en su conjunto. Tenidas en cuentas todas estas acciones queda claro que los ambientalistas no tiene un dogmatismo antitecnológico. En realidad, los ambientalistas evalúan los efectos de las tecnologías, y no se dejan engañar por la propaganda o el dogmatismo. Algunas apuestas tecnológicas sirven para mejorar la calidad de vida, pero otras no, y eso es justamente lo que se debe analizar. Por lo tanto nadie puede afirmar que en esta visión del mundo se postula un regreso a la edad de piedra, como se escuchaen más de un ámbito.

Este nicho donde habitan los ecologistas y ambientalistas tiene su razón de ser en el ser humano mismo y sus particulares formas de ver la vida, el desarrollo y el futuro. Porque el que alguien se vuelva ambientalista está en función al grado de conocimiento que va adquiriendo sobre las interacciones entre el hombre y la naturaleza. Esa relación es la clave. Por ello muchos defensores del maltrato al ambiente se empeñan en seguir manteniendo en la ignorancia a la población, para que no piense y no razone, para que no llegue a conclusiones que lo harán defensor de la vida.

Lamentablemente existe un contradictorio sistema de valores entre muchos seres humanos que se dicen ambientalistas para las ideas y opiniones, pero productivistas para las acciones prácticas, sin que exista ese compromiso real a favor de la conservación de los ecosistemas. Más bien terminan aceptando que es inevitable la destrucción ecológica para lograr el desarrollo. Es decir, se desea la preservación del ambiente, pero sin un compromiso ni responsabilidad con su comportamiento cotidiano conservacionista y reparador. Es como decir …Sí, pero no… o pecar y rezar para empatar.

Hoy y en el futuro tenemos la obligación de compatibilizar ese dilema generando una nueva cultura que supere la desconexión radical entre el afán destructor y devorador que tenemos principalmente en las ciudades, con las crisis socio-ecológicas que hoy contaminan no sólo el aire, agua y suelos, sino que también constituyen una amenaza creciente a la vida y bienestar de todos nosotros, los seres humanos.

Los ambientalistas han cumplido y debe seguir cumpliendo un papel clave en la sociedad. Sus acciones han mejorado la calidad de vida de mucha gente en todo el mundo, y una de sus contribuciones más importantes ha sido promover, y en muchos casos obligar, a buscar nuevas tecnologías que sirvan a las personas y al ambiente. No sólo para satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sino para asegurar las necesidades de las futuras generaciones.

Cristian Frers

 Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social.