La violencia se hizo nuevamente presente en el futbol argentino

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Cuatro hechos de violencia se dieron durante la última semana en las diversas categorías del futbol de nuestro país. Desde la D hasta el clásico de Rosario, la pelota se volvió a manchar con sangre.

El caos se venía acercando desde septiembre, en Parque Patricios, cuando simpatizantes del Ciclón, que venían de ver la derrota por Copa Argentina ante Defensa y Justicia, atacaron a piedrazos una pizzería con banderines de Huracán. También, otro hecho de violencia confuso tuvo como victimas a chichas de entre 15 y 16 años que fueron atacadas por violentos de River, que las confundieron con jugadores de un club de futbol.

Luego, a principios de octubre, se produjo el allanamiento a la cancha de Excursionistas, donde se encontraron drogas y armas de fuego, tras denuncias de algunos socios de buena fe del club.

Y otra vez la violencia volvió. En una semana que terminó con dos hinchas de Rosario Central muertos, diversos hechos se repitieron en varios partidos de todo el país.

En el Torneo Federal A, se produjo una batalla campal entre los jugadores y ayudantes de los clubes rionegrinos de Deportivo Roca y Cipolleti. El partido debió suspenderse promediando el complemento ya que era imposible volver a la normalidad.

En otra categoría del ascenso, la Primera B, el Tano Pasini, DT de Sportivo Italiano, presentó su renuncia tras haber sido amenazado por hinchas del club, aunque los dirigentes parecen haberlo ya convencido para que se quede.

En la primera C se dio un hecho tan lamentable como insólito, con los jueces como principales culpables. Es que mientras Dock Sud y Defensores de Belgrano se disputaban la punta en la cancha del Doque, el Dragón convirtió un gol con el arquero local tirado en el piso, mientras el referí dejaba que el juego continúe. Eso desató la locura de la parcialidad de Dock Sud, que se subió a los alambrados, arrojó objetos contundentes y obligó a que se suspenda el partido por unos minutos. Al terminar el juego, dirigentes del Doque agredieron directamente a los jugadores y los obligaron a retirarse del estadio. Por su parte, los hinchas se encargaron de apedrear el micro de los jugadores de Defensores, que se retiraron con graves heridas.

Por último, el peor de los hechos se dio el día domingo, tras el clásico Rosarino, uno de los partidos más lindos y apasionantes de nuestro fútbol. Lamentablemente, unos malvivientes arruinaron la tarde de dos hinchas canallas que fueron asesinados por festejar el triunfo.

Primero, Martín Acosta, de 39 años, estaba celebrando con sus amigos, cuando un vecino, disconforme con esto, realizó varios disparos a discreción. Uno de ellos impactó en la espalda de Acosta, que falleció mientras era transportado al hospital. Luego, Lautaro Bova, de sólo 22 años, fue apuñalado salvajemente en el pecho mientras caminaba por la calle y falleció tras ser atendido.

La violencia en el futbol es un mal que persiste desde hace años en el fútbol argentino. Por ahora es una batalla perdida, ya que nadie hace lo suficiente por detenerla. ¿Hasta cuando debemos soportarla?

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