Martín Redrado y su análisis respecto de la economía que se viene

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La administración saliente cometió todos los errores posibles en lo que respecta al mercado de cambios. Las autoridades se montaron en un caprichoso anclaje cambiario y, para tratar de minimizar la pérdida de dólares, nuevamente recurrieron al uso y abuso del balance del Banco Central (BCRA), esta vez, en el mercado de futuros. Tanto es así que llevaron la posición abierta vendida en sólo un par de meses a casi 17.000 millones de dólares. De acuerdo con el informe que presenté a pedido del juez Claudio Bonadio, estas operaciones pueden traer aparejadas fuertes pérdidas ya que, más allá del importante monto suscripto, éstas fueron vendidas a precios irrisorios teniendo en cuenta cualquier referencia cambiaria, sea ésta el dólar bolsa, el mercado de futuros de Nueva York, o, incluso, el tipo de cambio promedio oficial de estos últimos 12 años.

Nos encontramos frente a una contingencia para el BCRA superior a los $ 50.000 millones, monto que deberá saldarse con emisión monetaria, en una coyuntura monetario-financiera que de por sí ya tiene abultada cantidad de pesos e insignificancia de dólares. Más aún, se operó en este mercado sin siquiera tener poder de fuego, después de años de haber utilizado a la institución monetaria como «chequera» del Gobierno.

Asimismo, sumado a este mal manejo en el mercado de futuros, también se sacrificó el mercado de cambios contado, dejando un Banco Central sin reservas. Por un lado, vendieron divisas por aproximadamente 8000 millones de dólares en el último cuatrimestre (agosto-noviembre) y, por el otro, canjearon sin profesionalismo letras intransferibles por reservas internacionales para que el Tesoro nacional puediera pagar los más de 6000 millones de dólares correspondiente al Boden 15.

Sin dudas, resulta evidente que el gobierno saliente ha dejado un campo minado, el cual será necesario desandar como mucha pericia. Este despilfarro provocado en el mercado de futuros de dólares implica para el Banco Central un problema de solvencia y de liquidez. En otras palabras, una pérdida patrimonial importante y una fuerte emisión monetaria.

El daño patrimonial, para una entidad monetaria que ya tiene un patrimonio económico negativo, es equivalente a sumarle una «mancha más al tigre». Pero el problema de liquidez es incluso mayor. Más aún, teniendo en cuenta que la potencial emisión se concentraría todo en un mismo momento y si esto ocurriera en diciembre, sería justo en un mes de grandes necesidades del fisco.

En definitiva, estamos ante una combinación compleja. Por ello, hay que tratar de concentrar lo menos posible esta emisión, trabajando sobre un diferimiento voluntario en el tiempo, sin desviarse del cumplimiento de los contratos. Ejemplo de ello puede ser una letra a los acreedores hasta que operen los vencimientos de los futuros, o combatir sus efectos implementando una política de esterilización profunda y de calidad.

En síntesis, cuando no se tiene plata se debe trabajar con la variable tiempo, generando los incentivos adecuados para llegar a una buena solución. Cualquier otro tipo de salida coercitiva afectará la seguridad jurídica y por ende, impactará en la confianza. Justamente, en un momento donde lo que se necesita es recobrarla para que ingresen los dólares que tanto precisa la economía argentina para despegar.