“Paul está muerto y otras leyendas urbanas del rock”

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Está claro que los antiguos seres mitológicos han sido sustituidos en nuestra época por las estrellas mediáticas: futbolistas, actores y músicos de pop o de rock. Es normal, entonces, que sobre ellos circulen historias más o menos fantásticas. El periodista Héctor Sánchez ha realizado una recopilación de estas crónicas que andan solas por el planeta y que despiertan la imaginación y el morbo de los aficionados.

Al fin y al cabo, desde la llegada de internet se ha multiplicado el periodismo de curiosidades y anécdotas, y hay muchas de ambas en las páginas de “Paul está muerto y otras leyendas del rock”, donde se desgranan estos rumores para saber qué hay de cierto en ellos, si es que hay algo que se pueda dar por verosímil. Las ilustraciones de David Sánchez, quien firma a la par el libro, animan los relatos.

Una de las principales habladurías que aparecen en la obra es la de que Paul McCartney murió en un accidente de tránsito y fue sustituido por un doble. Lo cierto es que ofrece tantos datos acerca de supuestas pistas que incluso dejaron los propios Beatles, que uno que creía que lo tenía claro empieza a dudar. Así, no solo la portada de “Abbey Road” se presenta como un jeroglífico lleno de significados ocultos, sino que la de “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” parece que nos está gritando la certeza del asunto.

También se analiza el origen de la mirada de dos colores de David Bowie, la vida más allá de la muerte de Elvis Presley, la atracción de Kiss por el Tercer Reich, las extrañas coincidencias entre las imágenes de la película “El Mago de Oz” y la música de “The Dark Side Of The Moon” de Pink Floyd, la fiesta más salvaje de Keith Moon, el fantasma de Janis Joplin en el hotel donde murió, la conexión satánica y las orgías de Led Zeppelin y la muerte de “Mama” Cass a manos de un emparedado.

En ocasiones, se constata que la realidad es capaz de superar la imaginación más calenturienta. Como en el caso de Keith Richards esnifando las cenizas de su padre. Algo que empezó siendo un cotilleo, luego desmentido por el dueño de la supuesta nariz irreverente y después confirmado por él mismo en su autobiografía. Por lo visto, “una ligerísima nube de ceniza fue a aterrizar encima de la mesa”. Y sí, de ahí pasaron directamente al interior del guitarrista de los Rolling Stones vía nasal. “¿Qué iba a hacer? ¿Limpiarlas?”.