Tras 126 años, descubren la identidad de “Jack el Destripador”

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Para muchos obsesionados con los homicidios del primer asesino en serie de la historia, por fin ha llegado la respuesta: un estudio del ADN hallado en una prenda de la segunda víctima reveló que Jack el Destripador fue un joven peluquero polaco llamado Aaron Kosminski, de 23 años.

Quien lo afirma es Rusell Edwards, un empresario de 48 años, autor del libro “Identificando a Jack el Destripador” que saldrá a la venta mañana. En él cuenta cómo su obsesión por el caso lo condujo a investigar durante años y cómo resolvió el misterio gracias a una prueba de ADN.

En 2007, Edwards compró en una subasta un chal de Catherine Eddowes, la segunda víctima del asesino. Posteriormente, se lo entregó a Jari Louhelainen, profesor de biología molecular de la universidad John Moores de Liverpool, que consiguió extraer el ADN del material que contenía tanto la sangre de Eddowes como el semen de su asesino. Luego, fue comparado con los sospechosos de la época, entre los cuales estaba Kosminski.

Todo sucedió en 1888, en Whitechapel, en el lado Este de la ciudad de Londres. Ese año fueron asesinadas cinco mujeres que se prostituían. Fueron degolladas, destripadas y abandonadas en ese barrio pobre londinense.

Por entonces, Kosminski había llegado de Polonia unos pocos años antes escapando de los rusos. Los documentos de la época lo señalaban como “probable esquizofrénico paranoico con alucinaciones auditivas y propenso a la masturbación”. Pero el Scotland Yard (la Policía) nunca consiguió recabar las pruebas necesarias para condenar a Kosminski, a pesar de que un testigo lo ubicó en el escenario de uno de los crímenes.

Louhelainen se contactó con una descendiente británica de la hermana de Kosminski, Matilda, con la que compartía ADN mitocondrial. “La primera muestra de ADN demostró una coincidencia del 99,2%. La segunda arrojó un 100% de coincidencia”, aseguró el especialista. “Fui capaz incluso de identificar la etnia y procedencia geográfica del ADN extraído, perteneciente al haplogrupo T1a1, común en la etnia rusa y judía”, detalló.

“Poseo la única prueba forense en la historia del caso. Por fin hemos resuelto el misterio de quién era Jack El Destripador. Sólo los incrédulos que quieren perpetuar el mito dudarán del descubrimiento. Esto es definitivo: lo desenmascaramos”, afirma un Rusell lleno de orgullo. No es para menos, finalmente el misterio del crimen descansará en paz.

Karen Milessi