La opción de ubicar los espacios habitables en una sola dirección -este/oeste-, desarrolló una serie de pórticos entre los cuales se intercala el programa. Según la separación de estos pórticos, se logró una fragmentación volumétrica de luces y sombras, un juego entre interior y exterior. Este conjunto de llenos y vacíos crea una imagen unificada y coherente.
El ladrillo macizo, material que compone los volúmenes, confirma la opción tectónica de la casa.
Se propone una casa informal en sus relaciones espaciales, familiar en su introspección y fluida en sus circulaciones. Un dispositivo comunicador tanto interna como externamente.
