Casa Roja

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Yeonhui-Dong es un pueblo que ha sido el barrio para una conservadora clase media desde finales de los años sesenta. Se instaló en una suave pendiente desde la ladera noreste. El jardín frente a cada casa está un piso más arriba que la calle principal. Un bloque se compone de seis u ocho lotes, cada uno de 330 metros cuadrados.

En Corea, las personas sueñan con tener un gran jardín en la parte delantera de la casa. El aspecto global de la aldea de Yeonhui-Dong es la evidencia más clara de este deseo. en consecuencia, la mayoría de las casas tienen casas vecinas a tres de sus lados, con pasillos al aire libre de dos metros de ancho y un bajo muro en el medio. Esta típica disposición ha determinado la forma homogénea de la aldea.

Cuando mi cliente pidió el desarrollo de la casa, tenía hijos de 1, 3, 5 y 7 años; hoy tienen 3, 5, 7 y 9 años. Mi cliente es un exitoso hombre de negocios de más de 40 años. El buscaba darle un espacio a cada niño, además el quería una habitación propia para permanecer tranquilo, ya que, luego de finalizar la construcción, quería pasar más tiempo trabajando desde la casa.

Durante mi primera visita al sitio, sentí con fuerza el problema del antiguo y obstinado emplazamiento. Es por eso que decidí desarrollar una planta en forma de cruz con cuatro patios, cada uno con diferentes funciones. Entonces aparecieron inesperadas vistas lejanas y se genera una apertura hacia los cercanos y antiguos jardines. Los estrechos e inútiles pasillos exteriores en medio de construcciones desaparecieron.

El posicionamiento de la cocina entre dos grandes patios permite la fácil supervisión de los niños que juegan en ambos patios, además genera una amplitud visual desde la cocina. En el largo y angosto patio, puse la escalera que se aproxima a la entrada. El último patio es acogedor, y desde ahí nace una habitación oculta para el cliente.

Abierto a los cuatro extremos diagonales, el diseño me trajo un nuevo problema. ¿Cómo lidiar con la periferia?

En tres lados se enfrenta a casas vecinas, con bajos y ligeros muros de distintas alturas, alrededor del 1,2 metros. La altura de 1,8 metros cubre de forma adecuada y mantiene la privacidad. Como material elegí la malla metálica con una rejilla de alambres de 4 centímetros. La naturaleza del alambre es que su malla se oxide fácilmente, y su transparencia pareció buena ya que el Sr. Kim aceptó el óxido. Las personas estaban estupefactas de la facilidad con que el Sr. Kim aceptó.
A los lados del edificio, frente a la reja, se utilizó una delgada placa metálica con una distancia de 4 centímetros . La fila de placas de metal muestra y oculta la estructura de hormigón de la casa. La altura coincide con la de la reja.

Para garantizar la privacidad de los dormitorios al tener vecinos tan cercanos, el volumen de la segunda planta debió ser cerrado. La cubierta inclinada da amplitud al volumen cerrado y recuerda los tejados de las casas del pueblo al igual que una distante colina. Las dos luces superiores no son visibles desde el exterior pero son dramáticas en el interior.

Quería usar un material que tenga la calidad paradójica de la diferenciación y la armonización de la segunda planta. El material de cobre, que es diferente a los otros materiales metálicos utilizados en la planta baja, rean un claro acabado desde el cual la luz refleja la superficie que se desvanece lentamente hasta combinarse con los rojos ladrillos de las casas adyacentes.

Por último, el techo está envuelto con una hoja de asfalto negro. Se trata de destacar relieve la estructura de hormigón oculta y visible desde el nivel de la calle, pero esconde la estructura en el primer piso. He utilizado tres diferentes tipos de metales en esta casa con la esperanza de que cada uno de ellos cumpla una función precisa. Tres tiempos distintos de oxidación, por lo tanto tres vías diferentes para responder al contexto de forma honesta a su naturaleza.