El Mundial que nadie vio

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En Brasil, mientras se jugaba la Copa del Mundo 2014, se disputaba el Mundial de Futbol Callejero. Este deporte tiene como objetivo abordar problemáticas como la exclusión, la discriminación y la violencia.

Con la participación 24 delegaciones con jóvenes provenientes de 20 países o territorios, se jugó el Mundial de Futbol Callejero Brasil 2014, que se disputó desde el 1 hasta el 12 de julio, con estadios montados en los espacios públicos más emblemáticos de San Pablo: la tradicional plazoleta Largo da Batata (para partidos de primera fase) y Av. Ipiranga – Plaza de la República (semifinales y final).

La final fue disputada entre Colombia e Israel, y el ganador fue el seleccionado sudamericano. Este es el tercer Mundial de Fútbol Callejero que se juega, tras los disputados en Alemania 2006 y Sudáfrica 2010. En ambas ocasiones, la copa fue ganada por Kenia.

La Selección Argentina quedó eliminada en primera fase. Además participaron países como Alemania, Bolivia, Brasil, Catalunya, Chile, Costa Rica, Ecuador, Estados Unidos, Filipinas, Guatemala, Panamá, Perú, Sierra Leona, Sudáfrica y Uruguay. Los partidos, de entrada libre y gratuita, tuvieron cerca de 10.000 espectadores.

Los objetivos del Mundial de Fútbol Callejero son garantizar el derecho a jugar, pensar y practicar deporte como herramienta para superar situaciones de vulnerabilidad social de niños, adolescentes y jóvenes, y proporcionar un debate sobre las acciones no violentas para lograr formar una cultura de paz.

El Papa Francisco envió una carta dirigida a todos los jóvenes que participaron del torneo. La misiva fue leída, antes de la final, por José María del Corral y Enrique Palmeyro, directores de Scholas Ocurrentes, la red de escuelas para el encuentro que impulsa el Santo Padre.

“Esta final del Mundial de Fútbol Callejero es un ejemplo de construcción de la cultura del encuentro y nos muestra que, cuando queremos y nos proponemos alcanzar algo diferente, podemos. Nuestra fuerza y empeño pueden lograr grandes cosas. Y podemos lograrlo, en otras cosas, haciendo lío de verdad, con la pasión y sana recreación que genera el fútbol. Los animo, queridos jóvenes, a que sigan jugando en cada barrio, en cada ciudad, con los criterios educativos que supieron aprender, donde los equipos establecen las reglas de juego de manera consensuada y donde, sin árbitro, todos los jugadores dialogan sobre el desarrollo del juego para acordar quien es el ganador”, decia uno de los parrafos escritos por el Papa en la carta.

El Fútbol Callejero tiene algunas reglas que lo diferencias del fútbol convencional: en los equipos no hay distinción de sexos (juegan hombres y mujeres juntos), no participan árbitros y los partidos se dividen en tres tiempos: en el primero, los equipos establecen las reglas, en el segundo se juega el partido y en el tercero todos los jugadores dialogan sobre cómo fue el juego y si se respetaron las reglas que se habían acordado mutuamente. Se ganan puntos tanto por goles como por respeto de esas reglas, por lo que no necesariamente ganará el partido el equipo que más goles haya marcado.

Santiago Rocca