El mundo después del atentado Charlie Hebdo

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Un atentado que quitó la vida de doce personas y estremeció al pueblo francés. Qué panorama mundial quedó después?

El terrorismo es un tema constante tanto a la hora de encarar políticas de Estado, tanto en nuestro país como en el mundo, y a su vez es un tema frecuente en la prensa a la hora de cubrir los desgraciados hechos que suelen acontecer a lo largo y ancho del mundo.

Pero si nos preguntamos: qué es terrorismo? Las respuestas comenzarán a ser varias, algunas más específicas, otras más vagas, pero en general todas asociadas con el uso de la violencia para obtener determinados fines, o para enviar mensajes en particular.

Además de esto, nos surgirá algo incuestionable: para casi todos, el terrorismo es ejecutado o está relacionado por ciudadanos de Medio Oriente. Nuestro imaginario social, durante largas décadas -incluyendo las anteriores al 11 de Septiembre- tiene en su mente de forma tácita la aceptación de que, si se originó un atentado terrorista en cualquier parte del mundo, sin dudas, habrá sido ejecutado por algún ciudadano fanático del Islam y por motivos religiosos o políticos en contra de ese Estado en particular.

A su vez, un atentado, si se destina a un país cuya creencia religiosa predominante no es musulmana, se transmitirá en los medios como si hubiera sido dirigido a todo el mundo. Por eso sentimos que el atentado a Charlie Hebdo nos tocó a todos, por eso el atentado a las Torres Gemelas, dio lugar a que Estados Unidos haga un llamado mundial a redoblar esfuerzos  para la lucha contra el terrorismo.

En la era de la información al acto, todo parece verídico, confiable a simple vista, más cuando sucedió en un país ajeno al nuestro. Pero también deberíamos dudar: será que, efectivamente, la mayoría de los terroristas provienen del medio oriente y van bajo argumentos religiosos o será que los medios nos muestran una historia parcial acerca de “qué es terrorismo” y en manos de quién se ejecuta?

Sea cual fuera la situación, es innegable que especialmente después del atentado a las Torres Gemelas, la asociación es casi inevitable para el ciudadano promedio.

Charile Hebdo se fundó en 1992, casi simultáneamente a la finalización de la Guerra del Golfo contra Irak, en la que Francía participó, en coalición con otros países (entre los cuales, se encontró de forma obvia Estados Unidos).

Es entonces cuando no sorprende que los franceses disfrutaran de una revista satírica que visualizara de una manera ridícula al “enemigo” de la manera más graciosa y denigrante posible.

Parte de superar el miedo pasa por hacerlo parecer inofensivo.

Al margen de los debates sobre la libertad de expresión, y de si corresponde o no permitir que una publicación burle las creencias religiosas de un determinado grupo, es importante reconocer que tanto en Francia como en el mundo, las caricaturas de Charlie Hebdo pueden generar risas, porque más allá de estar pensadas para ello, una gran importante parte de la población mundial asocia al Islam con el terrorismo.

Los prejuicios se expanden y los extremistas pueden actuar en respuesta a lo que podrían sentir, una falta de respeto a sus creencias.

Sin justificar tampoco el accionar de estos grupos, surge otro punto de inflexión: Francia, asociado como un país de primer mundo, Charlie Hebdo, con su sede en París, otro punto que en nuestro imaginario se muestra como un lugar seguro y turístico, fue víctima de un atentado, de cual hoy por hoy, se cuestiona hasta a la negligencia de las propias fuerzas de seguridad francesas.

El mundo después del atentado a Charlie Hebdo es el mismo de siempre: solamente que nos recuerda, que al igual que en el 11 de Septiembre del 2001, no hay lugar que se salve de lo que pareciera ser una plaga mundial, que disemina violencia y muertes por todo el globo, sin discriminar países, ni por su condición cultural ni social.

Para reflexionar, vale entender que el rol de la prensa y el humor podría ser otro, sin hacer uso de la burla a la étnia o creencias de nadie, y sin generar estigmas que, como  podemos notar, perduran durante generaciones.