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El viento en un violín, infinita naturalidad

La Comedia dramática de Claudio Tolcachir vuelve al escenario argentino, pero esta vez en el circuito comercial del complejo La Plaza.

Esta magnífica obra ya había sido estrenada antes en Francia, España, Colombia y en nuestro país en el 2011 con gran éxito en Timbre4, pero esta vez mas solida e intensa invade la calle Corrientes, de la misma manera que lo hizo el año pasado, su obra hermana La omisión de la familia Coleman.

Nos introduce en historias de distintas madres, cuya meta siempre es la protección de sus amados hijos, no importa género, orientación sexual o clase social. La felicidad es la meta de casi todo ser humano y aquí sus protagonistas luchan en encontrarla en sus vidas de manera intensa. Cada uno de los 6 personajes posee una historia rica e interesante cargada de desesperantes emociones: diferentes desdichas, algunas injusticias, otros violencia o anhelos imposibles.

Con una escenografía impecable y de estilo minimalismo escénico, da un marco perfecto para el desarrollo de la pieza e intensifica al buen texto, hay poco espacios entre los distintos ambientes al igual que las historias que se dan vida en ellos, un juego de unión y desunión escénica. Las seis actuaciones son perfectas, cada uno en su justo lugar y con la intensidad necesaria, agregan esos toques de humor que convierten el drama en algo patético y transmiten al espectador que no está viendo una obra sino la vida misma sobre el escenario como si el autor nos permitiera espiarlos sin ser vistos pero identificándonos con algunos de ellos, sello distintivo de Tolcachir de lograr intensa naturalidad actoral sumado a la excelencia para el texto, dirección y diseño espacial de la obra.

Así como su titulo nos invita a pensar que el aire permite a un violín crear melodía, esta pieza teatral nos enseña que en el tránsito de nuestras vida la felicidad puede estar escondida e invisible a simple vista pero con esmero puede ser hallada y maravillar nuestra existencia, nada es eterno las personas cambian y se recrean día a día, solo hay que saber abrirse y madurar en el tiempo.