Especial “Nominadas al Oscar” de TG Post: “El código Enigma”

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A menos de dos semanas de realizarse la entrega de premios más importante del cine contemporáneo, TG Post repasa cuáles son los ocho filmes nominados en la categoría “Mejor película”, la terna más importante entre las distinciones de la Academia. Esta noche: “El código Enigma”.

Porque las malas películas también tienen el derecho a estar nominadas, llega “The imitation game” (en nuestro país, “El código Enigma”): sin dudas, uno de los dos filmes más flojos entre los ocho nominados. Esta película, -que increíblemente cuenta con ocho nominaciones- sólo podría definirse como “débil”. Pero la pregunta es: ¿esta supuesta debilidad es acaso culpa de las actuaciones o del guion? Con gusto lo responderemos a continuación.

Antes que todo, es preciso contar de qué va la película: se trata de la biografía de Alan Turing, un científico matemático que decide poner su inteligencia al servicio del gobierno británico durante la Segunda Guerra Mundial. Turing es contratado, junto con un grupo de genios, para descifrar nada más ni nada menos que la famosa máquina Enigma, un artefacto alemán utilizado por los nazis para enviar mensajes en clave sobre los posibles puntos de ataque contra los Aliados.

Para lograr este propósito, Turing se embarcará en la construcción de una súper y costosa máquina, -con un funcionamiento que sólo él conoce- capaz de comprender y descifrar los mensajes de Enigma en cuestión de segundos (sin saberlo, estaba construyendo el prototipo de los artefactos que hoy conocemos como computadoras). Todo esto, mientras debe atender una serie de conflictos políticos, sociales y amorosos, marcados por las normas de la época.

La idea de este film es atractiva. ¿Qué es lo que ha fallado entonces? Por un lado, las actuaciones son poco convincentes. Y esto resulta extraño, teniendo en cuenta que Benedict Cumberbatch y Keira Knightley no se caracterizan por dar malas representaciones (tal es el caso de “Sherlock” y “Orgullo y prejuicio”, respectivamente). Resulta difícil entonces creer que los actores se hallan compenetrados en una película a la que le faltan más gritos, más besos y más golpes de puño.

Por otro lado, existen grandes baches en el guion (por ejemplo, jamás se especifica cómo es que funciona la máquina de Turing ni tampoco se detalla cuál es el aporte de Joan Clarke a la misma). Bien podríamos decir que si la bandera que flamease al final de la guerra fuera la estadounidense, las cosas hubieran sido distintas para la Academia. Pero teniendo en cuenta que el largometraje no ha sido premiado en ningún otro festival, pasará al olvido sin pena ni gloria.