Gen de la propiocepción o “sexto sentido”

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Investigadores estadunidenses han hallado un gen que controla lo que podría ser nuestro «sexto sentido» más allá de los cinco sentidos básicos conocidos del gusto, el olfato, el tacto, la vista y el oído.

Se llama Piezo2, y afecta propriocepción, es decir la forma en que el cerebro humano entiende dónde está nuestro cuerpo en el espacio, de acuerdo con investigadores del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (INS).

El descubrimiento, publicado esta semana en la revista New England Journal of Medicine, se hizo con la ayuda de dos pacientes jóvenes con mutaciones del Piezo2 que les provoca problemas de movimiento y de equilibrio, así como la pérdida de algunas formas del sentido del tacto.

En realidad, el gen en cuestión no es un nuevo descubrimiento. Anteriormente, los científicos habían encontrado que genera señales nerviosas eléctricas en respuesta a cambios en la forma celular, como cuando las células de la piel y las neuronas de la mano presionan contra una mesa.

En este estudio, los dos pacientes, uno de nueve y otro de 19 años de edad, no están emparentados pero tienen dificultades para caminar; deformidades de cadera, dedos y pies; y columna vertebral anormalmente curveada diagnosticada como escoliosis progresiva.

Una serie de exámenes sugirió que los jóvenes pacientes carecen de conciencia corporal. Con los ojos vendados les es extremadamente difícil caminar, causándoles tambaleos y tropiezos de un lado a otro mientras quienes los ayudan intentan evitar que caigan.

Cuando los investigadores compararon a los dos pacientes con voluntarios sanos, encontraron que vendar los ojos a los jóvenes pacientes les dificulta más la confianza para llegar a un objeto frente a su cara que a los voluntarios.

Sin ver, los pacientes no pueden suponer la dirección de sus articulaciones al moverlas ni el control al que pueden estar sujetos.

Además, los pacientes fueron menos sensibles a ciertas formas de tacto. No pueden sentir vibraciones de un zumbido de diapasón ni saben cómo controlarlo. Tampoco pudieron decir la diferencia entre una o dos interrupciones de un calibrador presionado firmemente contra sus palmas.

La ecografía cerebral de un paciente no mostró respuesta cuando la palma de su mano fue rozada.

No obstante, los pacientes pudieron sentir otras formas de tacto, como el cepillado del cuero cabelludo. Acariciar o cepillar el cuero cabelludo normalmente es percibido como una sensación placentera, pero los pacientes afirmaron que sentían hormigueo.

A pesar de esas diferencias, el sistema nervioso de los pacientes parece haberse desarrollado normalmente. Fueron capaces de sentir dolor, picor y temperaturas normalmente; los nervios de sus extremidades conducen electricidad rápidamente; y sus cerebros y capacidades cognitivas fueron similares al control al que están sujetos según su edad.

Esos hallazgos hicieron que los investigadores consideren que el Piezo2 está vinculado a la propriocepción y que cuando muta la gente pierde su «sexto sentido».

También concluyeron que la escoliosis y problemas de articulaciones de los pacientes sugieren que se requieren las proteínas Piezo2 para el normal crecimiento y alineamiento del sistema esquelético.

«Nuestro estudio subraya la crítica importancia del Piezo2 y el sentido que controla en nuestra vida cotidiana», señaló el jefe del estudio, Carsten Bonnemann, investigador del Instituto Nacional de Desórdenes Neurológicos y Apoplejías del INS, en un comunicado.

«Los resultados establecen que el Piezo2 es un gen de tacto y propriocepción en los seres humanos. Entender su papel en esos sentidos puede proporcionar pistas sobre una variedad de desórdenes neurológicos», añadió.