Los cadáveres de dos hombres asesinatos a tiros, uno de ellos un agente de la Policía Militarizada, fueron hallados ayer envueltos en bolsas negras en una calle de Campo Grande, un barrio de la zona oeste de la ciudad brasileña de Río de Janeiro, informaron fuentes oficiales. Los investigadores trabajan buscando testigos cerca de donde fueron encontrados los cuerpos.
Una de las víctimas fue identificada como Diego de Lima Soares, de 28 años y quien estaba adscrito a una Unidad de Policía Pacificadora (UPP), como son conocidas las estaciones policiales permanentes que el Gobierno regional de Río de Janeiro viene instalado en favelas antes controladas por bandas de narcotraficantes.
La Policía informó que Soares -que servía en la favela Vila Kennedy- vestía ropas de civil, estaba en su día de descanso y no había denunciado ningún tipo de amenaza. La investigación del doble asesinato fue asumida por la División de Homicidios de la Policía Civil, que admitió carecer de pistas sobre los autores del crimen o de los motivos del mismo.
El año pasado, los agentes de las UPP fueron blanco de una serie de ataques por parte de las bandas de narcotraficantes interesadas en recuperar los territorios que dominaban. Cerca de cien policías fueron asesinados en Río de Janeiro, en su mayoría cuando estaban sin sus uniformes y en sus días de descanso.
La política de «pacificación» de las favelas, con la que la gobernación de Río de Janeiro pretende garantizar la seguridad durante los Juegos Olímpicos de 2016, ha permitido la reducción de los índices de violencia en varias barriadas pobres que antes eran controladas por bandas de pistoleros.
