Islandia derrota a los populistas con crecimiento y empleo

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El hombre que probablemente se convierta en el próximo primer ministro de Islandia dice saber cómo lidiar con la ola global de populismo que está amenazando el orden establecido: generando mucho crecimiento económico y empleo.

El domingo, Bjarni Benediktsson, de 46 años, líder del conservador Partido de la Independencia, surgió como el gran ganador de las elecciones anticipadas del país.

El populista Partido Pirata, que encabezaba algunas encuestas pese a existir desde hace solo cuatro años, en gran parte no estuvo a la altura del bombo publicitario. En un año en el que los británicos votaron a favor de abandonar la Unión Europea y Donald Trump, un personaje ajeno a la política, es el candidato a presidente de los republicanos, se persuadió a los islandeses a votar por el statu quo.

“Simplemente nos pronunciamos en contra de las ideas populistas”, dijo Benediktsson el domingo en entrevista desde Reikiavik. “Lo que venimos diciendo últimamente es que no hay que gastar ni prometer de más, sino mantenerse firme cuando las cosas van bien. Nos pedían que apretáramos el botón de reiniciar y dijimos: ‘Pues no hay necesidad”.

De todas formas, Benediktsson, ministro de Finanzas del Gobierno saliente, tendrá que emplear todas sus habilidades como negociador para montar una mayoría viable. Debido al mal desempeño del Partido Progresista gobernante en la votación del sábado —retuvo solo ocho de los 19 escaños que ganó en 2013— la próxima coalición tendrá necesariamente que expandirse y sumar al menos un partido en un país donde el centro pierde terreno.

El Partido Progresista fue castigado duramente por los electores debido a los negocios de su antiguo líder con cuentas offshore, mientras que el partido de Benediktsson sumó apoyo.

Los resultados finales mostraron que casi uno de cada tres votantes votó al Partido de la Independencia, con lo cual se alzó por lejos como la mayor fuerza parlamentaria.

Los piratas y la Izquierda-Verdes, indicados por los encuestadores como posibles ganadoras, no llegan a los 21 escaños de los independientes ni siquiera juntos.

Aunque el abogado de profesión suele hablar de la necesidad de “reconstruir la confianza” entre el pueblo islandés y los políticos tras el colapso sufrido por el país en 2008, el éxito electoral de Benediktsson es en gran parte atribuible a la fuerte recuperación de la economía.

De hecho, una de las principales tareas de la próxima administración será cerciorarse de que no se recaliente. La tasa de desempleo del país cayó del pico del 9,3%, registrado en marzo de 2010, a solo un 2%, y este año se proyecta que la economía crezca a una tasa anual de cerca del 4%.

Pero de hecho Benediktsson tiene algunos desafíos económicos por delante. Una avalancha de turistas en apariencia imparable contribuyó a que la corona islandesa subiera un 12% frente al euro este año, y los aumentos salariales recientes, del 13%, están muy por encima del crecimiento de la productividad.

De convertirse en primer ministro islandés, también se espera que él mantenga los planes actuales de levantar los controles de capitales y la estrategia de confrontación del gobierno saliente con los fondos estadounidenses afectados por la crisis de 2008.

“Lo que necesitamos ahora es un gobierno fuerte”, dijo Benediktsson. “Por ahora las cosas andan bastante bien, tenemos un crecimiento fuerte, desempleo bajo, por lo tanto el nuevo Gobierno tiene que poder ser capaz de continuar con eso”.