Juan Xiet, poeta y actor: «Me gusta el arte que sirve de botiquín

El poeta y actor Juan Xiet habla sobre la escena antes y después Cromañón, sobre el vivir del arte, sobre los Centros Culturales Matienzo, Vuela el Pez, La Oreja Negra. Habla del comienzo de El Emergente Bar, de la poesía, de batallar con drogas y el surrealismo. Habla sobre el "Sucede", sobre el genio demente de su colega Sagrado Sebakis, y sobre hacer las cosas plantado en busca de la poesía detrás de un callejón.

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Juan Xiet en escena.

Juan Xiet es un poeta de peso pesado del circuito underground y alternativo de Buenos Aires. Un contemporáneo polluelo del escritor Enrique Symns, a quién admiró en sus comienzos hace ya una década.

«A Enrique Symns le hice una entrevista con un amigo poeta, Javito Poemuffin  y Enrique nos cagó, pero nos cagó totalmente a pedos por llegar 10 minutos tarde. Después se enojó porque no llevamos nada para anotar ni para grabar. Se dio cuenta que no éramos periodistas y que solamente lo queríamos conocer. La entrevista era toda una farsa», cuenta Xiet, mientras nos reunimos para realizar la entrevista en la oficina de El Emergente Bar, en la calle Gallo esquina Corrientes.

Desde «Vestigios de Porcelana» del 2005, Juan Xiet publicó una serie de libros de relatos y poemas sucios y realistas. Ganó Slams de poesía -una especie de torneo de free style entre poetas frente al público y un jurado- y desde el 2014 integra el «Sucede«, una puesta en escena  conformada por 30 artistas underground que se presentan en el Teatro Margarita Xirgú para más de 500 espectadores…

Con treinta y pocos años, Xiet es sin duda un artista que la pasó negra. Creció en los 90’s cuando «cultura» todavía era sinónimo de «inconsciencia». Fue testigo de cómo todo era atado con alambres – con tragedia y cacerolazo de por medio. Y  pudo abrirse paso entre la mugre de la calle para llevar adelante un nuevo movimiento de conciencia. Pasando del negro al gris. Manteniendo en pie el espacio cultural El Emergente Bar. Dándole una pausa a su poesía oscura. Y formando parte de «Sucede» donde junto a otras docenas de artistas independientes convocan más de 500 espectadores por función.

-¿Cómo explicarías «Sucede»?

El «Sucede» es un experimento maravilloso en el cual todas las personas involucradas de alguna manera se exponen a una situación ridícula, generando una obra en donde todo tiene sentido y nada tiene sentido.

Creo que es como la mejor escuela de la calle de teatro con la que podría cruzarme.  Es totalmente carnal, emocional. Cubre una amplia paleta de sensaciones. Porque estás exponiéndote a vos mismo, corriendo con el tiempo, generando, ensayando… es una gran maquinaria de sueños hermosos que se cumplen. Y es loco como surgió de la nada, y cómo se logró que tenga una cierta estructura de realización. Para definirlo en pocas palabras: El «Sucede» es un smash up de artes ultra contemporáneas desde la mezcla audiovisual, del humor gráfico, de la música, de la danza, del drama, de la actuación.

-Dicen que cada loco y cada locura tienen en sí su propia lógica. Vos recién dijiste recién que en el «Sucede» todo tiene sentido dentro de un sinsentido, ¿se podría decir entonces que sería por ejemplo una obra teatral bajo la lógica de un loco?

 Sí, totalmente. Yo  que estoy contento de contemplar cómo va armándose puedo decirte que todo parte de la locura de Sebakis (Nota de Autor: por el actor, director, escritor, poeta y dramaturgo Sagrado Sebakis) sumada a la locura receptiva de todos nosotros. La obra surge de entender el flash que él tiene.

Sebakis sería el macho…

 Sebakis es Sebakis. Es el que tiene la visión. El tipo sabe con quienes cuenta y yo, en lo personal, entiendo que él construye cada personaje según lo que recibe de vos. Y ese personaje, ese cuerpo, lo ubica dentro de una fauna, de un contexto, y que nosotros terminamos modificando. La verdad es que él te tira data, pero vos tenés que enfrentarte al personaje y construirlo. Y lo tenés que hacer. Porque el domingo hay función.

-Entonces Sebakis sería como una especie de disparador….

 Totalmente.  Te puede decir algo como «Vos vas a hacer un angelito que le va a discutir algo a Dios». Entonces vos partís de eso. Y en los ensayos se construye en grupo… porque si bien hay guion o estructura, nosotros después tiramos la línea de diálogos, los pequeños chistes, tenemos toda la libertad de armarlo. «Sucede» nos da la libertad absoluta, de mientras vos te creas tu personaje, poder accionar desde él mismo.

-Hoy «Sucede» se presenta con la temática «Clack» ¿Porqué?

Lo maravilloso que tiene el Sucede es que solo una vez que hacemos la obra. Nunca se repite. El concepto se da efímeramente. Es todo un mundo que se crea y después se destruye. Se olvida. Hay ciertos actores que tiene personajes o  chistes que se van repitiendo. Pero toda la obra, el concepto, lo que sería el guion y toda la historia, es inédita. Es una vez y nunca se repite. Actualmente estamos en «Clack» que se dividió en dos. Se hizo el pasado domingo 10 de mayo, y la segunda será el próximo domingo 24 de mayo. Después vendrá otro «Sucede», que no se cual es, pero siempre distinto.

-Sos un reconocido poeta del ambiente underground, supiste publicar libros y ganar concursos y convocar gente. ¿Recordás cómo te iniciaste en la poesía?

 Un día del 2002. Yo venía escribiendo hace muchos años pero no conocía el concepto poesía mas allá de Shakespeare. Yo trabajaba en un hotel 4 estrellas del barrio de Congreso. Era maletero. Y los sábados yo iba a un boliche de música electrónica y la verdad es que yo me drogaba mucho. Entonces llegaba al trabajo cada domingo recontra loco, y como no se laburaba mucho, tenía la opción a conectarme  a internet que era, en esa época, un mundo nuevo, casi como ir a Disney. Con la posibilidad de usar internet, un domingo llegué a un blog y me crucé con una frase del poeta André Bretón. Antes escribía lo que yo mismo denominaba poesía surrealista pero jamás había leído un poema. Y cuando leí la frase de Bretón sentí un clic total en mi cerebro.  Todavía me acuerdo la frase. Era: «Ojalá llegue el día en que una vez adivinada, la Esfinge se arroje al mar». Leí eso después de haber estado 10 horas drogándome… y haber leído esa frase me movió un montón de conceptos. Me cagó a palos, completamente. Me enseñó estética, de tono poético, de interrogante existencial. La frase dio en el clavo. Después de que la leí  escribí un montón de poemas chiquitos, muy raros. Fueron cerca de 25 poemas juntos, a la vez, en trance. Cuando terminé eso, me quedé mudo. Lo leí un montón de tiempo sin entender que había pasado. Esos poemas están publicados en el primer libro «Vestigios de Porcelana», del 2005.

Después me puse a investigar quien es Bretón y doy con todos los poetas surrealistas. Y como yo estaba en plena experimentación de sustancias, de viaje mental, leo eso  y listo: ¡BLOOM!

-Pero vos escribís realismo…

 Si, es verdad (risas). Porque esto yo lo llamo «el proceso que yo viví con la escritura». Yo empecé con poesía surrealista. Pero con el correr del tiempo no me encontraba. Empecé a sentir que me mentía a mí mismo. Que lo que yo estaba escribiendo no tenía ningún sentido. Y me empezaron a pasar cosas en el cuerpo, en la vida, que cuando las volcaba en la hoja salían abstractas. Empecé a sentir que lo que yo necesitaba era escribir. Escribir y escribir. Ahí fue cuando descubrí la prosa poética.

-También eras un surrealista golpeado por el realismo. Uno no puede estar en la calle ganándose la vida como puede y después escribir sobre «pájaros multicolores golpean mi ventana del cráneo»… es difícil.

 Totalmente. Es así. Me golpeó la realidad. Yo venía de ese mundo de éxtasis, de LSD, de drogas, de calle, de pelea, pero uno va creciendo y la vida está más allá de la mente. Eventualmente yo descubrí que no me sentía identificado con lo que escribía. Y empecé a escribir lo que yo denominé «prosa poética de realismo sucio», escribiendo sobre mi realidad. Sobre la falta de trabajo, sobre la calle, los personajes marginales de mi vida, la prostitución, los explotadores laborales, la policía, el abandono. Y unos años después descubro a Jhon Fante con su libro «Preguntale al polvo» (Nota de Autor: «Ask to Dust» en inglés, edición en español por Anagrama)que fue el primer libro que me hizo llorar a mares. Primero, es  maravilloso cómo él escribe, y después por la historia en sí. Cómo la cuenta. La ternura… De ahí me quedé del lado del realismo. Pero suelo recurrir a metáforas, a la belleza de una imagen. Es una mezcla con poesía, que me encanta.

-En tu libro «Crematorio» (2012) le dedicas varios renglones de risa a la posibilidad de ganarte la vida como escritor. ¿Seguís creyendo eso?

 (risas, luego piensa). Hmm… ¡Me estás haciendo pensar! (más risas) Es raro. Como escritor es muy difícil. Pero creo que si uno le pone el 100 % de la vida a eso, puede. Hoy vivo de lo que me gusta, trabajando en El Emergente. Pero  yo creo que si tomaría toda mi vida y la dedicaría por completo al escribir, podría vivir de eso de una u otra manera. Pero cuando escribí ese libro yo estaba embriagado por una realidad alternativa. Que no era una realidad proyectual. Si no era el instante mismo de la vida y sin ningún futuro… considero que fui creciendo en algunos aspectos mentales y ahora concluyo que no me reiría tanto. Y es más te digo, ahora creo  que el arte debe servir de botiquín. Me gusta que el arte ayude.

-EL Arte tiene que sanar. Fue así desde siempre y ahora es cuándo más lo necesitamos. El arte está entre lo religioso, lo  espiritual y el placer. Más que un consumo, el arte es como el sexo.

Totalmente, tiene que segregar explosiones de químicos agradables. Totalmente.

-¿Cómo ves de la movida cultural de Buenos Aires?

 Yo creo que estamos en una época dorada y de resistencia. La movida cultural actual es oro y lucha. Yo vengo de los 90’s. Tuve bandas de rock en mi juventud, quise realizar cosas. Y en esa época pre- Cromañón era prácticamente muy difícil por no decir imposible armar cosas. O tenias que pagar con tu plata o encontrar de pedo un lugar escondido. Por eso los shows se hacían en lugares ridículos. Y no estaba profesionalizado bajo ningún concepto. Había peligro de morir. De verdad. Vos tocabas y era difícil. Veías goteras sobre zapatillas llenas de enchufes, puertas cerradas, funcionarios corruptos. Nadie te aseguraba que podías salir con vida. Y lo sabíamos. De alguna forma, si algo bueno tuvo la cagada que fue la masacre de Cromañón, es que realmente generó conciencia. Si bien ahora el Gobierno de la ciudad está pasado y quiere clausurar el arte independiente, nosotros tenemos fuerza. Y ahora todo está mucho más profesionalizado. Ahora las bandas, desde las más chicas, tocan en lugares seguros y no tienen que pagar por hacerlo… y si van amigos a verlos se pueden llevar una retribución. Como debe ser. Esta es otra historia.

-Vos trabajás en el bar-movimiento cultural El Emergente que, junto a uno o dos lugares más son los más grandes y conocidos del ambiente cultural independiente. ¿Vos lo ves así? ¿Cómo crees que se vea esto dentro de 20 años?

 Nosotros empezamos hace 8 años en este lugar, Gallo 333. Creo que Hugo y Baltasar (Nota de Autor: por los emprendedores fundadores del proyecto El Emergente Bar)  empezaron antes con las «Fiestas del Gallo», en año 2007, 2006. Fue luego del maremoto Cromañón y ya había otra conciencia y se había generado otra movida alternativa. Eventualmente estas fiestas crecieron junto al Rockelín, que eran mis eventos y,  estas dos propuestas fueron a la par. El Rokelín mezclaban poesía, música, pintura, arte, en fin: todo el movimiento multicultural. El Rokelin estuvo antes de El Emergente. Fue como una prueba piloto para ver por qué lado íbamos.  Y por el 2009 surge la posibilidad de habilitar el espacio y consolidar el proyecto. Entonces fue una época de aprendizaje, no teníamos modelos a seguir. No había mucha data. Y se hizo con mucho amor. Al principio sabíamos que no íbamos a ver un mango y que todo era gestión, gestión, gestión y aprender y aprender y darle más y más amor. Y ahora sí puedo llegar a decir que es un lugar referente de la cultura emergente. Sin ánimos de fanfarronear: defiendo el hecho que hace 8 años que estamos poniendo el pecho a esto. Yo tuve mis idas y vueltas pero acá siempre se siguió gestando y pudimos defender el espacio ante la corrupción de la municipalidad, ante la gente que lo quiso romper y demases. Lo mantuvimos en pie. Así que está bueno que se haya generado un circuito. Hay ciertos espacios similares que no son jamás competencia, como Vuela el Pez,  Matienzo, La Oreja Negra, El Mandril, etc y etc, y todos estamos en la misma. Somos parte de la misma tribu que lucha por los mismos ideales en los mismos espacios. No estamos compitiendo, estamos generando un circuito general alternativo. Somos parte de un circuito hoy, real y palpable, en donde muchos artistas transitan y se genera un intercambio contemporáneo de cultura. Y ser parte de eso a mí me tiene de lo más feliz. Para no decir que estoy en la puta gloria de la vida.

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