Las dos Coreas limaron asperezas en un encuentro histórico

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Tres son los temas fundamentales sobre los cuales gira la relación entre Corea del Sur y Corea del Norte: la desnuclearización de la península, la firma de un tratado de paz y la reunificación del país.

Con la histórica reunión que sostuvieron los líderes del Norte, Kim Jong-un, y del Sur, Moon Jae-in, el primer punto tuvo avances decisivos porque hubo una declaración conjunta de que el objetivo común de las dos naciones es la desnuclearización total de la península. Desde su llegada al poder, a finales de 2011, Kim emprendió una veloz y efectiva carrera para acelerar sus programas nuclear y balístico, hasta el punto de ejecutar su más potente ensayo el año pasado y de desarrollar misiles capaces de golpear a Estados Unidos. El mundo ya empezaba a escuchar tambores de guerra.

Respecto al segundo punto, la situación dio un paso alentador porque la declaración reza textualmente: “No habrá más guerra en la península de Corea”, lo que es vital si se piensa que los dos países están técnicamente aún en conflicto bélico porque el de 1950-1953 concluyó mediante un armisticio, no de un tratado de paz.

Y el tercer punto se ve aún lejano, pero forma parte de las aspiraciones legítimas de un pueblo que lleva décadas separado y en el cual la reunificación familiar es una prioridad. De hecho, parte de las decisiones tienen que ver con la reanudación de los encuentros de las familias separadas por la guerra.

Fue un encuentro lleno de simbolismos, que constituye el primer paso dentro de un camino largo y no exento de traspiés.

La cumbre de Panmunjom, que pasará a la historia por ser la primera vez que un líder del Norte pisa suelo del Sur después de la guerra, fue un encuentro lleno de simbolismos, de gestos estudiados, de un clima distendido muy distinto al de la tensión tras las pruebas de misiles o la detonación nuclear subterránea.

El árbol plantado, regado por aguas de un río del Norte y otro del Sur; los abrazos, los apretones de manos, todo se juntó para sentar las bases del encuentro que deben sostener Kim y el presidente estadounidense, Donald Trump, a finales de mayo o en junio, y de otra cumbre intercoreana en otoño.

Pero el camino será largo y no exento de traspiés. Ya en 2000 y 2007 se habían conseguido acuerdos promisorios, que con el paso del tiempo se desdibujaron por los incumplimientos norcoreanos; de ahí que Washington muestre su optimismo, pero también su cautela. Por lo mismo, si se cristalizan los avances, sería un indudable triunfo para la diplomacia estadounidense y un logro personal de Trump, tan necesitado de buenas noticias tras los sucesivos escándalos que ha debido sortear en el frente interno. La presión de su gobierno y de la comunidad internacional, incluida China, logró lo que hace apenas algunas semanas parecía imposible. Y, sin duda, la tenacidad de Moon, empecinado —contra toda advertencia— en una salida pacífica.

Para los colombianos es una gran noticia. Tropas de nuestro batallón Colombia participaron en este conflicto como parte del contingente que apoyó a EE. UU. y al Sur, dejando muestras indudables de valor y heroísmo, que Seúl reconoce y agradece. ¿Qué mejor homenaje para los hombres que ofrendaron sus vidas lejos de su patria que una paz estable y duradera?