Los problemas de los ruidos

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Los habitantes de las ciudades vivimos rodeados de sonidos que, muchas veces, alcanzan el nivel de ruido, es decir, se vuelven molestos o provocan trastornos. Vivir en una gran ciudad tiene muchas ventajas pero también puede traer serias afecciones a la salud.

Muchas veces sentimos una sensación molesta ocasionada por sonidos no deseados, originados en diferentes actividades, tales como el tráfico vehicular, bocinas y radios de automóviles, discotecas, aeropuertos e industrias, entre otras; tan molestos ruidos generan la denominada contaminación auditiva, entendiéndose ésta como la emisión de ruidos que atenten contra la salud, la seguridad de los seres vivos o el disfrute de la naturaleza.

Existe documentación sobre las molestias de los ruidos en las ciudades desde la antigüedad, pero es a partir del siglo pasado, como consecuencia de la Revolución Industrial, del desarrollo de nuevos medios de transporte y del crecimiento de las ciudades cuando comienza a aparecer realmente el problema de la contaminación acústica urbana. Las causas fundamentales son, entre otras, el aumento espectacular del parque automovilístico en los últimos años y el hecho particular de que las ciudades no habían sido concebidas para soportar los medios de transporte, con calles angostas y firmes poco adecuados.

Así, los sonidos muy fuertes provocan diversas molestias en los seres humanos, de hecho estas pueden ir desde un desagrado hasta daños que pueden ser irreversibles. Así, la presión de la audición se mide a través de decibeles (dB) y los que son especialmente molestos son los tonos altos (dB-A). De esta manera, la presión acústica se vuelve dañina a unos 75 dB-A y dolorosa cuando se presentan alrededor de los 120 dB-A.

Por ejemplo un oído que ha estado expuesto a 2 horas de 100 dB (es decir una discoteca ruidosa) necesita unas 16 horas de reposo para compensar esas dos horas. Así, si la persona va a un concierto de música donde toca alguna banda muy ruidosa y llega a una exposición de más de 120 dB se puede llegar a causar daño en las células sensibles al sonido del oído interno provocando pérdidas de audición.

Es un hecho incuestionable que la contaminación acústica invade todos los ambientes, afectándonos tanto en nuestro puesto de trabajo como en nuestros momentos de ocio. Por los altos niveles de ruido, cuatro de cada cinco habitantes de ciudades industrializadas padecen algún tipo de deficiencia auditiva; sin embargo, pocos son los que se percatan de su problema.

Convivir diariamente con ruidos no sólo puede tener consecuencias irreversibles en las estructuras del oído y provocar sordera.

Grados de Sordera

En el límite de la normalidad:

-Cuando esta hablando con otras personas, ya sea en privado o en un lugar público, le resulta difícil seguir la conversación.

-Tiene problemas para entender a la gente si no está mirándola a la cara o a los labios.
-Necesita situarse cerca del interlocutor.

Sordera leve:

-Necesita situarse cerca del interlocutor, mirarlo a la cara y, especialmente, a los labios, para adivinar lo que dice.

-Pide a la gente que suba la voz.

-Tiene dificultades para mantener una conversación por teléfono.

Sordera moderada:

-Tiene problemas para expresarse y hablar fluidamente.

Sordera severa:

-Cuando habla con otras personas, el ruido de fondo le impide oír lo que dice y/o cuando está en un lugar concurrido le resulta imposible seguir una conversación.
-Le es imposible mantener una conversación por teléfono.

-Tiene dificultades para seguir una conversación cara a cara.

-La gente tiene que hablarle muy alto y, a pesar de ello, sólo entiende parte de lo que dice.

-Se acerca al interlocutor, pero sólo oye parte de la conversación.

-Necesita mirar al interlocutor para entender parte de lo que dice.

-Tiene problemas para expresarse.

-Tiene problemas para identificar sonidos fuertes y habituales, como los timbres de la puerta y el teléfono, una sirena, el camión de la basura…

Sordera profunda:

-Las personas en esta situación presentan las mismas dificultades auditivas que en el caso anterior, pero agravadas. Por ejemplo, son incapaces de seguir una conversación cara a cara y necesitan mirar constantemente al interlocutor para entender todo lo que dice.

Sino que aumenta considerablemente el riesgo de padecer un accidente vascular, altera el sueño y dispara los niveles de estrés, produciendo incluso falta de deseo sexual.

Se ha constatado también que las personas que soportan día a día niveles sonoros extremos padecen cansancio crónico, tienen hipertensión, cambios en la composición química de la sangre, entre otros problemas.

En los últimos años, los esfuerzos más serios de la comunidad internacional en este sentido se han traducido en la profundización de los estudios sobre causas y origen (fuentes), deterioro y políticas de prevención y control de la contaminación sonora.

En la Argentina no existen mediciones oficiales de los niveles de contaminación. Mucho menos del porcentaje de adolescentes que sufren daños a causa del ruido -esta franja social es la más afectada, pues a la polución urbana se suma el ruido en los boliches, bares o el uso de walkman o mp3, entre otras cosas.

Hace 30 años, el nivel acústico en las calles en Buenos Aires estaba entre los 50 y los 60 dB. Hoy los niveles indican que los valores superan los 70. Podemos decir que el nivel de ruido ha aumentado 10 dB en estos años.

El punto es que no hay un diagnóstico de ruido en la ciudad de Buenos Aires, porque carece de un mapa acústico. Con la cantidad de gente que tiene la Capital y el inmenso parque automotor que circula diariamente por aquí, es necesario un mapeo para controlar y modificar la situación.

Los municipios por medio de sus esquemas de ordenamiento territorial deberán definir zonas especiales para desarrollar actividades que generen altos niveles de contaminación auditiva, en lugares donde no se vaya a perturbar la tranquilidad de la comunidad.

Es cierto que, de momento, existen algunas lagunas legales respecto a esta problemática. Por este motivo fundamental, es vital contar con una ley adecuada que recoja todos los tipos de contaminación acústica que pueden llegar a afectar a la calidad de vida de la persona, y que recoja las penas adecuadas para cada delito.

Existen diversas formas de controlar los niveles de ruido: el aislamiento de focos generadores (espumas y barreras naturales), la distribución espacial de las instalaciones, la utilización de equipos de baja intensidad sonora, el uso de accesorios de protección auditiva, la promoción de programas de prevención acústica, higiene y seguridad industrial.

Hoy en día la contaminación sonora es algo con lo que lidiamos día a día, sin darnos cuenta recibimos miles de sonidos de gran magnitud que muchas veces pueden causarnos dolor sin darnos cuenta que el daño que provoca en nosotros puede llegar a ser irreversible.

Cristian Frers

Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social.