Psicopatologías y Embarazo

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El psiquiatra y docente de la UBA Francisco Appiani afirmó que “los mayores prejuicios sobre el embarazo y lactancia en mujeres con psicopatologías está en la población médica, que sigue desaconsejando a algunas de estas pacientes a tener hijos a pesar de que con el seguimiento adecuado, se puede llevar adelante de forma segura y con resultados más que favorables”.

Appiani, quien es autor del libro “Psicofármacos, Embarazo y Lactancia”, advirtió que “la gente consulta con mucha angustia, y a veces se encuentra con médicos que equivocadamente les que dicen que no deben quedar embarazadas. Y como el prejuicio mayor está en la población médica y no tanto en los pacientes, a ellos está destinado este libro que compila toda la información disponible sobre el tema.

Además, el médico recalcó que, por norma, las pacientes bajo tratamiento farmacológico no deberían suspenderlo porque “una patología psiquiátrica no controlada durante el embarazo o el puerperio, es mucho más peligrosa que el uso de psicofármacos”, dado que es una etapa de alta vulnerabilidad.

Es que mientras las madres enfrentan elevado un riesgo de recaída si dejan la medicación, “se ha demostrado que los bebés de madres sin tratamiento y con patología psiquiátrica activa, son más pequeños, tienen dificultades adaptativas neonatales y prematurez”, dijo este médico del programa de Farmacología Clínica de la dirección de Docencia e Investigación del Clínicas.

Los Psicofármacos Como contracara, son muy pocos los psicofármacos sospechados de producir malformaciones, el mayor de los temores, y entre ellos se cuenta el valproato y la carbamepezina.

A nivel mundial se cree que entre 10 y 16 por ciento de las mujeres gestantes padecen depresión y unos 600.000 bebés en gestación por año son expuestos a antidepresivos solamente en Estado Unidos.

Por otra parte, los medicamentos son responsables de sólo el 1 por ciento de todos los casos de bebés nacidos con malformaciones en la población general. En el texto, Appiani aconseja a los médicos individualizar cada caso; elegir los fármacos con el mayor perfil de seguridad; implementar tratamientos de un solo medicamento; planificar el embarazo; utilizar la menor dosis efectiva y realizar un abordaje multidisciplinario entre psiquiatra, obstetra y neonatólogo.

“El tratamiento farmacológico de la paciente embarazada es una de los temas más controvertidos y que más inseguridad genera al equipo médico, a los pacientes y a su familia”, asegura Appiani en su libro.

Este temor alcanzó su punto crítico tras la tragedia de la talidomida que entre fines de los ‘50 y principios de los ‘60 ocasionó el nacimiento de 5.000 niños con malformaciones sólo en Alemania y quedó grabado a fuego en el inconsciente colectivo.

Bajo el nombre comercial de Contergan, este tranquilizante salió a la venta en 1957 sin requerir receta médica y, tras la constatación del desastre, fue retirado del mercado en 1962 inaugurando la seguridad moderna en el desarrollo de drogas.

Para Appiani el recuerdo de este episodio está muy presente en la población porque en Argentina se comercializaba y hubo muchísimos casos.

La persistencia de los miedos se funda también, según Appiani, en una serie de circunstancias desalentadoras: casi no hay estudios de calidad sobre seguridad farmacológica en embarazadas, las compañías farmacéuticas se resguardan desaconsejando el uso de sus psicofármacos a gestantes, y la enfermedad mental por sí misma puede alterar el desarrollo del bebé -igual que algunos factores sociales o ambientales-.

El especialista explicó que no siempre se trata de embarazos de riesgo, sino que depende de la enfermedad mental de que trate, dado que, además, “hay una gama de pacientes psiquiátricos que no requieren tratamiento farmacológico y pueden seguir así durante la gestación y el puerperio. En el caso de los transtornos de ansiedad más leve -como los ataques de pánicos- yo no hablaría de alto riesgo; pero sí lo haría en relación a transtorno bipolar, la esquizofrenia y depresión severa”, explicó.

Respecto al tratamiento farmacológico, “el gran inconveniente está en el fin del embarazo, cuando todos los psicofármacos pueden producir síndrome prenatal. Ocurre que la medicación que antes metabolizaba el hígado materno queda dando vueltas en el bebé cuando nace, dado que ya no tiene la ayuda del sistema metabólico materno y puede provocar convulsiones o cuadros de insuficiencia respiratoria”, dijo.

Por eso, “teóricamente hay que evitarlos en esta etapa o utilizar la menor dosis efectiva, y en caso que vaya a nacer expuesto a psicofármacos hay que avisar al obstetra y neonatólogo”. Respecto de los riesgos de la lactancia en madres bajo tratamiento psicofarmacológico, “se conoce mucho menos. Hay una enorme cantidad de fármacos que pueden ser usados en la lactancia, pero si el niño nace prematuro, no se lo puede exponer: o se trata a la madre y no amamanta, o no se la trata”, dijo.