Renunció Potocar desde la cárcel

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El detenido comisario José Pedro Potocar, acusado de liderar una banda de policías coimeros, renunció ayer a la jefatura de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires, después de que la Cámara del Crimen porteña rechazó su pedido de excarcelación.

El Ministerio de Justicia y Seguridad porteño informó oficialmente sobre la dimisión y que “el Gobierno le aceptó la renuncia”, al tiempo que explicó que “la conducción de la Policía de la Ciudad continuará bajo la responsabilidad de la Secretaría de Seguridad, a cargo de Marcelo D’Alessandro”.

Antes, los camaristas Mariano Scotto y Mauro Divito, de la Sala 7 de la Cámara del Crimen, no hicieron lugar a la solicitud planteada el jueves por la defensa de Potocar, representada por los abogados Christian Poletti y Raúl Alcalde.

El oficial está arrestado desde hace casi dos semanas y fue procesado como jefe de una asociación ilícita que cobraba dinero ilegalmente a comercios y cuidacoches irregulares (”trapitos”) en el barrio porteño de Núñez a lo largo de 2016.

La defensa había apelado el procesamiento con prisión preventiva con el argumento de que “el encarcelamiento es abusivo a innecesario” y consideró que no existía ni riesgo de fuga ni de entorpecimiento de la investigación.

Pero en la consulta del tribunal, el fiscal ante la Cámara, Mauricio Viera, recomendó que mantenga la detención de Potocar porque existe un “serio riesgo de elusión” de la acción penal y, además, de “amedrentamiento y hostigamiento” a testigos.

Potocar -quien inicialmente fue suspendido en su cargo- está acusado de encabezar una organización ilícita que cobraba coimas a “trapitos” (cuidacoches ilegales) y exigía sumas de dinero a los comerciantes del barrio porteño de Núñez a cambio de no liberar la zona a delincuentes.

La causa comenzó en abril de 2016, cuando Potocar estaba al frente de la Dirección General de Comisarías de la Policía Federal y mientras era titular de la seccional 35 el comisario Norberto Villarreal, quien está prófugo y con orden de captura nacional e internacional.

Un grupo de policías subalternos, según la descripción de los hechos, eran “responsables de recaudar el dinero semanalmente (…) de los comercios y empresas de la zona para luego concurrir a la sede policial y rendirles cuentas a su jefe, Norberto Villarreal, quien a su vez lo hacía con (la comisario Susana) Aveni y Potocar”.

En esa escala Aveni, como jefa de jurisdicción con siete comisarías a cargo, y Potocar, como Director General de comisarías, revestía la escala piramidal “hacia arriba” en el flujo del dinero ilegal.