River campeón de la Copa Sudamericana

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En un “Monumental” repleto, el conjunto de Marcelo Gallardo sufrió por momentos, pero con los cabezazos de Gabriel Mercado y Germán Pezella en el complemento, justificó la supremacía que tuvo durante todo el encuentro ante el duro Atlético Nacional de Medellín con un 2-0 inolvidable para los hinchas “Millonarios”. El conjunto de Núñez volvió a ganar un certamen internacional tras 17 años.

Casi dos décadas, exactamente 17 años y un lamentable descenso de categoría, tuvo que esperar River para volver a gritar campeón por toda Latinoamérica y rellenarse otra vez la garganta con la palabra más linda que existe en el fútbol. El conjunto de Marcelo Gallardo mostró lo mejor de si en una final más que apretada y se impuso por 2-0 ante Atlético Nacional de Medellín, para cortar con la sequía y dejar a este 2014 metido en el recuerdo de la historia de la institución de Núñez.

No la tuvo fácil ante Atlético Nacional de Medellín, que le jugó de igual a igual en el Monumental y por momentos lo puso en aprietos-sobre todo en el final de la primera etapa-, pero sacó a relucir la chapa por la vía aérea e inmortalizó los nombres de Gabriel Mercado y Germán Pezzella para la eternidad en el corazón de los hinchas “Millonarios”.

Alrededor de 60.000 almas riverplatenses colmaron el Monumental esperando que la fiesta sea eterna. Muchos vaticinaban una goleada del conjunto de Núñez sobre los colombianos, apoyados en las buenas actuaciones del conjunto de Marcelo Gallardo en gran parte del torneo local y varios pasajes de la Sudamericana. Sin embargo, Atlético Nacional se presentó a jugar de igual a igual al último campeón del fútbol argentino y expuso sus argumentos en el césped, donde hay que hacerlo.

Comenzó mejor el local, presionando la salida, aunque apurado en el armado y el traslado del juego. Convirtió rápidamente al arquero Armani en figura con los remates de pelota parada de Leonardo Pisculichi-el mejor del Millonario por claridad-, y la insistencia de Teofilo Gutiérrez con dos remates cruzados que hubieran cambiado el destino del partido. River no abrochó cuando pudo y empezó a padecer la movilidad de Ruiz por la banda izquierda. Ni mercado ni Pezzella pudieron parar las arremetidas del externo colombiano, que los dejó pagando cada vez que se le presentó la oportunidad de jugar mano a mano.

Atlético Nacional tuvo la virtud de jugar la pelota por lo bajo y no perder su papel en el partido. Vino a buscar un duelo parejo; de ida y vuelta. Cuando el desarrollo se lo dio a favor, tuvo la oportunidad de abrir el marcador en una contra, pero apareció Marcelo Barovero, con los pies, para desviar un remate de Cardona con destino de gol. Los colombianos dejaron una mejor imagen antes de irse al descanso.

En el complemento, se lo notó nervioso a River y padeció en el arranque la movilidad y la sorpresa de la visita. El mediocampo no alcanzaba a cubrir el hueco generado por el adelantamiento general en busca de la victoria, a los de arriba no les llegaba la pelota con claridad y, para colmo, Funes Mori comenzaba a hacer de las suyas cuando las papas quemaban en el fondo. Sin embargo, los de Gallardo encontraron la ventaja en su peor momento con un cabezazo nítido de Gabriel Mercado tras un corner perfectamente ejecutado por Pisculichi. Grito inmenso del Monumental que hizo despertar a su equipo, que se dio cuenta que podía un poco más. Un par de minutos más tarde, repitió la formula con idéntico resultado: centro mágico de Pisculichi y la cabeza está vez la puso Germán Pezzella (el mismo del gol a Boca el día del diluvio) para decretar el 2-0 y desatar la fiesta completa en el Monumental.

Los dos goles desmembraron a Atlético Nacional, al mismo tiempo que encumbraron a River. Los colombianos no llegaron más al arco de Barovero y resignados, fueron participes necesarios hasta el final del partido. Cerca del final, ingresaron Cavenaghi y Kranevitter para que la jornada se tiña un poco más de emoción y para que el hincha de River se diera e lujo de que los festejos sean completos.

Con el pitazo final, el desahogo: la emoción del cuerpo técnico encabezado por Marcelo Gallardo, los jugadores abrazados dando la vuelta olímpica y un Monumental repleto que vuelve a gritar campeón a nivel internacional tras 17 años.

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