Netflix sumó sus dos potencias en “Making a Murderer”

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La nueva serie lanzada el viernes por el servicio de streaming, naturalmente con los diez episodios disponibles, entra en la misma categoría que los trabajos que tantos premios valieron, pero también queda excluida al ser un documental, la segunda serializada para esta cadena.

“Chef’s Table”, donde se hacía el perfil de distintos cocineros renombrados, había inaugurado este subgénero en abril. Pero este nuevo show, sobre el caso judicial con énfasis en el juicio pero también en la familia de Steven Avery, quien luego de haber sido exonerado demostrando que pasó 18 años en prisión por un delito que no cometió vuelve tras las rejas (según este trabajo, por incriminación policial) por un asesinato, tiene una continuación entre episodios.

Las diez horas de historia parecen quedar un tanto largas, terminando el juicio por asesinato en el antepenúltimo episodio, y luego encargándose del sobrino de Avery, quien primero había confesado su participación y después se había desdicho, quedando en claro la posición del documental en demostrar su inocencia (por ejemplo, muestran el interrogatorio donde no da detalles, sino que asiente a las preguntas de los oficiales). Además que cuenta con los testimonios de la familia Avery, aunque no tanto de Steven (casi no aparece en la segunda mitad de la temporada, dando indicio de cómo será el veredicto) y no tanto de los demandantes.avery

Lo que si hay que rescatar muchísimo de las creadoras Laura Ricciardi y Moira Demos (ambas sin experiencia, aunque ésta última había sido técnica de cámara en varias oportunidades), quienes estuvieron grabando por más de diez años – además de utilizar excelentemente material de archivo y placas – fue como construyeron el guión para que los finales de cada episodio llegaran justo tras revelar un dato fundamental en la causa como no se había visto ni siquiera en “House of Cards”.

El perfil de Avery y los involucrados en los dos juicios que tuvo que pasar, está fantásticamente acompañado por la música, que resalta los testimonios en el momento que el espectador puede perder la concentración luego de casi una hora de capítulo. Así se muestra cómo la Policía local no tenía una buena relación con la familia y cómo con indicios mínimos comenzaron a sospechar de él hasta dibujar las pruebas en su contra (es escalofriante como en la demanda millonaria que Steven le hace al condado de Manitowoc en 2005, luego de haber estado encarcelado entre 1985 y 2003 y antes de ser culpado de homicidio, niegan o incluso siguen creyendo que él pudo haber sido quien violó a la madre de una de las familias más importantes de la ciudad).

Estos temas fueron compuestos por Gustavo Santaolalla (el argentino con más Oscars al recibirlos por “Babel” y “Secreto en la montaña”), cuyos últimos tres trabajos de los quince que tuvo en el departamento musical también fueron para televisión: “Hell on wheels”, “Jane the virgin” y “Making a murderer”.

Netflix, que desde 2012 estrenó más de veinte documentales largometrajes (el último “Tyke: Elephant Outlaw” a principio de mes, sobre le escape de un elefante de circo tras aplastar a su entrenador), todavía no despidió el año porque, además de haber estrenado el mismo viernes pasado la serie animada “F is for Family”, mañana lanzará el programa infantil “Dawn of the Croods”, continuación de la película de Dream Works.