Seasonless House

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La casa simultanea una forma particular de urbanismo que se está dando en Vinaroz, y en otros lugares de la costa de Castellón. La ciudad ha desarrollado un urbanismo compacto y extensivo al mismo tiempo basado en la temporalidad de las dos principales estaciones locales del año. Son dos tipos de vida en el mismo lugar. La que se organiza en torno a lo urbano y lo formal, y la que se organiza en un ambiente más informal y hedonista. En el centro se acumulan torres de vivienda y la ciudad horizontal elimina la diversidad de huertos frente al mar construyendo una urbanidad desprovista de calles y espacio público derivado del uso intensivo de los antiguos caminos ahora asfaltados para el paso de los vehículos. En este contexto las residencias de los meses cálidos de los habitantes de Vinaroz o las segundas residencias de visitantes del interior hacen que aparezca una ciudad con dobles infraestructuras habitacionales diferentes.

La casa sin estación se desmarca de este hábito para considerar una atmósfera propia, doméstica, adaptable y resiliente en todas las estaciones del año haciendo de ella un dispositivo para la creación de un clima propio y particular para cada habitante. Una casa sin exterior, pues todo lo exterior es susceptible que suceda dentro.

Esto se amplía al llevarlo no solo al diseño del clima propio mediante los diferentes sistemas elementales de apropiación o extensión del aire, la luz, la radiación; sino a los diferentes hábitos domésticos, públicos, íntimos de la casa en relación con todos los agentes que la ocupan de una forma temporal con mayor o menor intensidad.

La deslocalización de la domesticidad del cliente que se reparte entre su práctica: vuelos, ciudades, trabajo, intimidades itinerantes no permite construir una domesticidad del día a día cercana y localizable. La casa, como punto de paso, construye una domesticidad aumentada. Es por esto, que la Seasonless house no se habita. Se habitan las prácticas y no la casa que permanece como dispositivo en continuidad con los hábitos globales de su habitante y la posibilidad de reproducir otros climas que pueden entrar en contradicción con los existentes en Vinaroz.

Dentro de este sistema, la casa construye un gran playground que hace de la fuerte pendiente del terreno, un lugar desde el que observar e incluir el paisaje en la casa, sin ser observado con claridad desde la calle. Es en este playground donde se plantea una forma de habitar con el paisaje más indeterminada y polifuncional. Las actividades no tienen un lugar específico para desarrollarse sino que en función de los aspectos locales, vistas, clima y privacidad, permiten desarrollar el proyecto como un paisaje de acontecimientos domésticos variables en función del deseo, necesidad u optimización. Donde la actividad puede expandirse o contraerse de una manera fácil y rápida. Es en este lugar donde se diseñan “la mesa lejana” o “las lámparas buscadoras de calamares” como dispositivos de gran escala para la interacción del playground.

La planta de arriba en dos alturas diferentes cubre el playground conectándolo con las actividades más privadas. La realidad superpone ambas en un solo ambiente continuo sin límites. Se come arriba y se duerme en el sofá. Se lee en el patio de atrás y uno se ducha en la fachada.