Un pequeño respiro para Dilma

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En la cuerda floja quedó ayer el archienemigo de Dilma Rousseff, el presidente de la Cámara de Diputados de Brasil, Eduardo Cunha. Cercado por la Policía Federal, que allanó sus casas y oficinas como parte de la investigación sobre la red de corrupción en Petrobras, y al borde de perder su cargo por una decisión del Consejo de Ética en el Congreso,

Cunha se negó a renunciar y amenazó con tomar represalias contra el gobierno para hundirlo en una crisis política mayor. El fuego cruzado en el que quedó Cunha -un abierto opositor a Dilma pese a que es miembro del principal aliado del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB)– se produjo 24 horas antes de que, hoy, el Supremo Tribunal Federal (STF) decida si avala o no el proceso de impeachment (juicio político) contra la presidenta.