Cómo impacta el cambio climático en la población

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El incremento de las temperaturas, el deshielo de los glaciares, la multiplicación de las sequías e inundaciones, todo apunta a que el cambio climático  comenzó.

Los riesgos son inmensos para el planeta y las generaciones futuras, obligándonos a actuar de forma urgente. Este calentamiento global no pone en situación de riesgo sólo a los osos polares y a los glaciares sino también a  los seres humanos. La escasez de agua potable, el hambre por sequías y las epidemias conforman el pronóstico  científico más temible: el escenario  comienza a vislumbrarse a través de claras señales.

El Cambio Climático Global es una modificación  atribuida directa o indirectamente a las actividades del hombre que alteran la composición global  de la atmósfera.

El principal cambio del clima hasta la fecha fue en la atmósfera, modificando el balance de gases que forma la atmósfera. Es especialmente notorio en gases  invernaderos claves, como el CO2, Metano (CH4) y óxido nitroso (N2O). Estos gases naturales son menos de una décima de un 1% del total de gases de la atmósfera, pero son vitales, pues actúan como una frazada alrededor de la Tierra: sin esta capa protectora, la temperatura mundial sería 30°C la más baja.

Los últimos diez años más calientes registrados ocurrieron desde 1983, y los siete años más calientes fueron desde 1990. El año 1998 fue el más caluroso de la historia; le siguen los año 2002, 2003 y el 2010 que fue el más caluroso registrado de los últimos tiempos.

Las consecuencias en las actividades económicas, las personas y los ecosistemas son significativos y muchas veces irreversibles. El reto de adaptarse a las nuevas condiciones climáticas y participar al mismo tiempo de una estrategia internacional, con el fin de  mitigarlo supone costos económicos de tal magnitud que ningún país estaría dispuesto a sacrificar su economía para resolver el problema en las próximas décadas.

Es fundamental reducir la pobreza: los países en peores condiciones serán los primeros en   sufrir   los efectos climáticos. Para enfrentar el problema se deberá combinar actividades a fin de mitigar  las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI)   adaptado a nivel local, regional y nacional. No se puede permitir que este problema disminuya el crecimiento económico de los países. El desafío es doble: reducir las emisiones de carbono y satisfacer la demanda de energía y de crecimiento sostenible de los más pobres del planeta.

El cambio climático  se  manifiesta  velozmente  y cuyas consecuencias   sufre  el hombre y todo ser vivo en forma de sequías, inundaciones; los países subdesarrollados estarán más expuestos a los fenómenos climáticos severos; más de mil millones de habitantes de Bangladesh y de otros países del sudeste asiático sufrirán daños irreparables.

En América Latina y el Caribe se e produjeron fenómenos como el retroceso glaciar, el aumento de zonas desérticas, la posible intensificación de los fenómenos de El Niño y La Niña y en general la violencia de eventos climáticos extremos, que podrían quebrantar   el crecimiento económico de estos países.

De no llegar a un acuerdo internacional para mitigar sus efectos, el costo de América Latina y el Caribe podría equivaler hasta el 137% del PIB regional en el 2100. La región podría sufrir pérdidas irreparables en el sector agrícola, con  fuertes presiones sobre la infraestructura y el aumento de la intensidad de eventos extremos estimados  en cálculos de catorce países: Argentina, Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, República Dominicana y Uruguay.

En Argentina es un problema de planificación; como en el resto de la región, no tenemos planes a mediano ni a largo plazo para enfrentarlos pero los gobiernos no se ocupan. No se dispone de información ni de estudios progresivos de seguimiento del clima  o de la  hidrología y no se sabe  por ejemplo, dónde se sembrará mañana, dónde trasladar los cultivos, si  se quiere proteger la  producción donde  el aumento de la temperatura la afectará.

En el país hay más de 60.000.000 millones de hectáreas, sujetas a un proceso erosivo, equivalentes a las superficies  de las provincias de Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes. Cada año se agregan 650.000 hectáreas con distintos grados de desgaste. Esta situación es más aguda y crítica en las zonas áridas y semiáridas, que componen el 75% del territorio nacional, donde la pérdida de producción se traduce en el deterioro de las condiciones de vida y el exilio forzado  de sus habitantes. Las talas  del monte para sembrar  soja afecta al suelo, ya que no posee  riqueza orgánica.

Se plantea una cuestión básica ante los peligros: es fundamental la educación, el apoyo al desarrollo científico-tecnológico, la lucha contra la pobreza, posibilitando una mayor  unión social  frente a las actuales  fracturas sociales.

El mal uso  del planeta nos pasa factura; tomar conciencia del problema  depende el futuro de miles seres vivos y nuestra propia supervivencia. En esta tarea  deben implicarse los gobiernos, pero también   todos y cada uno de los habitantes en una labor conjunta, cuando  aún existe una posibilidad.

SunTzu en el “Arte de la guerra y la estrategia” escribió lo siguiente: “la vulnerabilidad del enemigo depende de él; nuestra propia fragilidad depende de nosotros mismos”.

El mayor peligro de   riesgo en el cambio climático es  comparable con la mayor de las sequías,  la peor de las inundaciones, los fríos más extremos y los calores más sofocantes. La corrupción y la desidia son las verdaderas causas de las catástrofes climáticas.

Cristián Frers

Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social.