Ortorexia: el trastorno alimentario de la era digital

0

Un profunda contradicción crece en nuestro país y preocupa a los especialistas en nutrición: a medida que avanza la obesidad, también lo hacen los trastornos ubicados en la vereda contraria: el 37% de las mujeres entre 15 y 20 años sufre anorexia o bulimia, según datos de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (Aluba), para el año 2011.

“Para cumplir con los estándares de belleza aparecen rígidas tendencias como el vegetarianismo, las dietas proteicas, la moda fit, la dieta gluten free, el veganismo, la diabolización de las harinas y estrategias que aparentemente mejoran la salud, pero que terminan poniendo a la comida en el centro de sus vidas. Debido a esta obsesión, se embarcan en fuertes restricciones y supresiones alimentarias, eliminan todo lo que no consideran ‘puro’ y siguen normas muy estrictas en la preparación de los alimentos. Se convierte la vida saludable a un nuevo trastorno llamado ortorexia”, advierte en una columna publicada en Télam Virginia Busnelli, médica nutricionista y directora del Centro de Recuperación Estética, Nutricional y Física (Crenyf, Buenos Aires)

“Una persona saludable no vive leyendo etiquetas y su objetivo es pasarla bien y reunirse alrededor de una mesa relajadamente sin cuantificar la calidad de los ingredientes: sólo quiere comer rico. En cambio, un ortoréxico transforma el acto de comer en un ejercicio intelectual donde no hay espontaneidad y cambia el placer de comer rico por comer correcto o apropiado, necesitando muchas veces hasta fotografiarlo y compartirlo en las redes sociales”, analiza la especialista y avanza: “el problema es que creen saber comer y hacen pública una sugerencia alimentaria como si fuese un consejo nutricional, pudiendo llevar a otras personas a padecer un trastorno alimentario”.

Entre los adolescentes las redes juegan un rol indiscutible, advierte la profesional, e informa que según las estadísticas del Centro especializado en desórdenes alimentarios, el 90% de las consultas en su sede son de mujeres, de las cuales el 60% son adolescentes, es decir, la misma población que hoy maneja su vida social a través de las redes. “Estos son datos que deberían hacernos recapacitar y tomar medidas inmediatamente”, concluye.