Manteniendo la biodiversidad, mantenemos la vida

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La palabra biodiversidad es una contracción de diversidad biológica; se refiere por lo tanto a la variedad en el mundo viviente. El término biodiversidad se aplica comúnmente a describir la cantidad, la variedad y la variabilidad de los organismos vivos. Este uso tan amplio abarca muchos parámetros diferentes, y en este contexto biodiversidad es, en realidad, un sinónimo de La Vida en la Tierra.

En los últimos 10.000 años la diversidad animal y vegetal que hoy nos maravilla, fruto de una historia de miles de millones de años de evolución en donde los seres vivos han conquistado medios tan diferentes como los océanos y el aire; se han asentado en las cálidas y húmedas franjas tropicales, y también en las frías y áridas zonas polares; para resolver los retos de la locomoción, la alimentación, la comunicación o la reproducción han desplegado una apabullante variedad de soluciones.

Sin embargo esta exaltación de vida está sufriendo un retroceso devastador debido a la actividad humana. El ritmo de extinción de las especies se ha acelerado drásticamente, calculándose que en la actualidad es por los menos 400 veces mayor que el que existía antes de la aparición del ser humano.

Un problema frecuente es la falta de información básica sobre los recursos de cada nación o región, muy pocas tienen inventarios o estudios biológicos básicos y muchas carecen de un simple mapa ambiental del área. La mayoría carecen de planes de gestión específicos o adolecen de falta de medios económicos y personal especializado, aparte de una escasa organización institucional. Es por esto, se requieren estrategias adecuadas en materia de planificación y manejo de recursos, que permitan por un lado revertir la degradación de los ecosistemas y por el otro asegurar el aporte que estos hacen al bienestar humano.

La Argentina como integrante de esta misma nave espacial, el planeta Tierra, donde los hombres crean frontera y la naturaleza se encarga de eliminarlas, no ha permanecido al margen del problema de la extinción, que si bien no alcanzó características catastróficas, se agudiza día a día. Falta la toma de una real conciencia pública de la cuestión por parte de todos los sectores para que realmente se pegue un giro brusco de timón que nos aleje del peligro de perder en los próximos años los más significativos exponentes de nuestra flora y fauna autóctona.

Por suerte, la inmensidad del país y las vastas extensiones que cubren la mayor parte de sus ambientes naturales han permitido aún salvaguardar en nuestros días la mayoría de nuestros exponentes florísticos y faunísticos, aunque estamos lejos ya de aquella idea de virginidad ambiental que imperaba hasta hace pocos años. Estos recursos han sido aprovechados irracionalmente en los últimos 50 años, causando la pérdida de un alto porcentaje de sus componentes. Lo más lamentable, es que se desconocen las verdaderas potencialidades que los ecosistemas albergan en su integridad.

Es necesario tomar medidas y realizar acciones decisivas para conservar y mantener los genes, las especies y los ecosistemas, con miras a una gestión y utilización sostenible de los recursos biológicos. Entre estas medidas, se deben fomentar:

-Promocionar un desarrollo económico ambientalmente adecuado, en base al uso sostenible de los componentes de la biodiversidad, fomentando la participación del sector privado y público para estos fines.

-Fortalecer la coordinación entre las partes interesadas, así como el fomento a las normas y prácticas comerciales que promuevan la utilización sostenible de la diversidad biológica.

-Obtener recursos financieros y promoción de la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de la diversidad biológica, incluyendo bienes y servicios ambientales.

-Seleccionar y seguir proyectos referidos a: identificación y valorización de los componentes de la biodiversidad, rehabilitación y restauración de ecosistemas degradados, entre otros.

-Asegurar que todo uso de especies y de ecosistemas sea sustentable.

El principal beneficio de la biodiversidad no es el uso directo de las especies, sino el funcionamiento equilibrado de los ecosistemas. La provisión de agua potable, la regulación del clima, el control de la erosión y de la desertización, la fertilidad de los suelos, el reciclaje de nutrientes, el combate a las plagas, el mantenimiento de los pastos, la renovación de la pesca y el tratamiento de desechos, así como otros servicios ambientales intangibles del tipo de prevención de desastres naturales, las opciones para el ocio y el turismo o la propia capacidad de la naturaleza para regenerarse, todos dependen de las funciones del planeta, de mantener las funciones básicas de unos ecosistemas que han encontrado su equilibrio a lo largo de los siglos. Todos los niveles de biodiversidad están relacionados entre sí. No es posible concentrarse en mejorar el rendimiento de las cosechas sin tomar en cuenta la fertilidad del suelo, malezas, plagas, patógenos y animales polinizadores. La tala de árboles, la desecación de humedales, la fumigación en laderas, entre otros, pueden significar impactos irreversibles sobre el ambiente y su aprovechamiento. Conservar la biodiversidad significa saber gestionar la naturaleza de una forma sostenible, para nosotros y para las futuras generaciones.

Cristian Frers

Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social.